Frederick K. S. Leung habla con Joy Clarkson, editora de libros y cultura de Plough, acerca de la enseñanza de las matemáticas y las conexiones de la materia con la naturaleza, la verdad y la belleza.
Plough: Tu trabajo te ha llevado por todo el mundo para estudiar cómo se enseñan las matemáticas. ¿Cómo moldea la cultura la forma en que los maestros enseñan y los estudiantes aprenden matemáticas? ¿Qué influye en su éxito?
Frederick K. S. Leung: Muchas personas consideran las matemáticas como una materia culturalmente neutral, y lo que un estudiante aprenda o no depende exclusivamente de la calidad de la enseñanza en el aula y de su talento. Sin embargo, desde finales de la década de los ochenta, se ha aumentado la atención hacia los aspectos culturales que influyen en la enseñanza y aprendizaje de esta materia. Algunos académicos llaman a este cambio en perspectiva el giro sociocultural en la educación de las matemáticas. Más adelante, a mediados de los años noventa, se realizaron una serie de estudios internacionales de los logros de los estudiantes que llamó la atención de educadores, políticos y el público en general. Uno de los hallazgos sorprendentes de estos estudios fue que los estudiantes de un grupo de países y sistemas de Asia Oriental obtuvieron sistemáticamente muy buenos resultados en matemáticas. Entre ellos se encuentran Singapur, Corea del Sur, Japón, Taiwán y Hong Kong, entre otros; países que comparten lo que se ha llegado a denominar el Patrimonio Cultural Confuciano.
Fue entonces cuando yo, como alguien que creció en la cultura china, pero recibió una educación básicamente occidental, comencé a emplear la lente del Patrimonio Cultural Confuciano para interpretar la enseñanza, aprendizaje y el rendimiento estudiantil en matemáticas. En mi investigación, descubrí que los valores de este patrimonio como es la orientación colectivista (en contraste con la individualista occidental), el énfasis en la importancia de la educación, las explicaciones del éxito y el fracaso, el lugar que se le da al esfuerzo y a la memorización en el proceso de aprendizaje, además de la imagen del profesor como un académico reverenciado, tienen un impacto en el aprendizaje y el rendimiento en matemáticas.
Por ejemplo, uno de mis proyectos de investigación involucraba la observación de la enseñanza en el aula en Londres y Beijing y, luego, la entrevista a maestros y padres. Cuando les preguntaba a los padres, por qué creían que a los chicos se les dificultaban las matemáticas, una respuesta típica de los padres en Londres fue que sus hijos no habían sido dotados para las matemáticas; a sus hijos les iba bien en otras áreas, pero no en matemáticas. Por el contrario, una respuesta común de los padres en Beijing fue que sus hijos eran perezosos; si ellos se esforzaran más, habrían tenido éxito en matemáticas. Encuentro intrigante estas diferentes atribuciones al fracaso (y al éxito).
Rafael Araujo, Nautilus, tinta y acrílico sobre lienzo, 2011. Arte de Rafael Araujo. Usado con permiso.
Las diferencias culturales también influyen en la motivación para aprender: en mi investigación descubrí que muchos más estudiantes occidentales estaban dispuestos a aprender matemáticas porque les parecían interesantes (lo que llamamos motivación intrínseca); sin embargo, los chicos que crecieron con un patrimonio cultural confuciano probablemente estaban más interesados en estudiar arduamente matemáticas, con el fin de obtener buenas calificaciones, cumplir las expectativas de sus padres y honrar a su familia (motivaciones extrínsecas). Una mezcla de las dos motivaciones puede ayudar a los estudiantes a prosperar y un conocimiento de las diferencias culturales les puede ayudar a los profesores a manejar esta situación.
¿Por qué es importante la educación matemática? ¿Cómo manejarías a un estudiante desmotivado?
Muchas personas hacen énfasis en el valor funcional de las matemáticas y afirman que es una materia útil. No obstante, cuando uno lo piensa bien, gran parte de las matemáticas que aprendimos en la escuela parecen bastante inútiles; ¿alguna vez se ha enfrentado a una situación en la que requiera resolver una ecuación cuadrada para resolver un problema? Estoy seguro de que usted aprendió estas ecuaciones en la escuela, pero ya ha olvidado de qué se tratan; además, ¿por qué son importantes si de todos modos usted no necesita resolver ningún problema de la vida real usando ecuaciones cuadráticas?
Para mí, el valor de las matemáticas no radica en su utilidad para resolver problemas de la vida diaria, sino para inculcar en los estudiantes un sentido de curiosidad y en desarrollar la capacidad y hábito de un pensamiento sistemático, claro, preciso, lógico y crítico. En esta era de desinformación y noticias falsas, esto es aún más importante. Tener la capacidad de discernir la verdad de la falsedad es parte de tener una buena vida. Las matemáticas se tratan de buscar la verdad y ser rigurosos o veraces en el proceso. Por supuesto, para lograrlo, el profesor necesita enseñar matemáticas de tal forma que infunda estos atributos, sin tratar las matemáticas simplemente como una habilidad que se debe imitar o una colección de hechos que se deben memorizar. La esencia de las matemáticas radica en el proceso que fomenta estos atributos, más que en el producto, como el álgebra y la geometría. Es en este sentido que considero las matemáticas como la materia más útil y valiosa (junto con la de lenguaje, tal vez) en el currículo escolar.
Si desea cultivar esta perspectiva en un estudiante, anímelo a buscar matemáticas a su alrededor; buscarlas en la naturaleza y en el entorno creado por el hombre. Buscar figuras hermosas, regularidades, patrones de formas y números. Realizar juegos que involucren matemáticas y razonamiento. Tratar de despertar su curiosidad, animarle a explorar en dónde se encuentran los patrones, y preguntar por qué. Entender que las matemáticas no vienen solo del libro de texto. Entonces, tal vez un día llegue a amar las matemáticas, ¡incluso las matemáticas de los libros de texto!
¿De qué forma su trabajo en la educación de las matemáticas influenció su vida?
Soy profesor de matemáticas pero también me esfuerzo por ser un buen estudiante de matemáticas. He aprendido que éstas tratan sobre la verdad: buscar la verdad y aferrarse a ella. Ser estudiante de matemáticas ha moldeado mi modo de vivir y la manera en que busco la verdad. Al tomar decisiones, trato de no dejarme llevar por mis emociones y preferencias sino de mantenerme objetivo y crítico, siempre cuestionando mis suposiciones y posibles sesgos. Aproximarse a la verdad matemática es acercarse a la verdad de la naturaleza, lo cual es similar a aproximarse a la verdad en Dios. Las matemáticas me han enseñado a abordar la verdad con escrupulosidad, sinceridad y asombro. A medida que crecía mi amor por las matemáticas, también empezaba a apreciar su belleza.
Como lo expresa el himno “Por la Belleza terrenal”, la vida no se trata solo de logros matemáticos sino de la belleza manifiesta en la “belleza terrenal” y “el cielo y su fulgor”. La vida también se trata de las relaciones humanas: la bondad mutua y el amor por la paz, la justicia y la equidad, “los lazos de amor”. Las matemáticas me han enseñado a estar atento a esta verdad y belleza ocultas en toda la creación. Como lo expresa Agustín, “Mira los cielos, la tierra y el mar y todo lo que se encuentra dentro de ellos… Tienen formas, porque tienen números; quítales lo último y no serán nada. Entonces, ¿cuál es la fuente de su existencia, sino la fuente de la existencia de los números? Después de todo, existen precisamente en la medida en que están llenos de números”.
Traducción de Clara Beltrán