Peter Gray es un profesor de psicología y neurociencia en la Universidad de Boston y autor de Libres para Aprender: Por qué el aprendizaje lúdico garantiza niños felices y seguros de sí mismos. Habló con Susannah Black Roberts de Plough sobre su investigación y el trabajo que está haciendo para fomentar el juego libre.
Plough: ¿Cuál es el problema con el juego en nuestra cultura?
Peter Gray: Hace setenta años que en Estados Unidos hemos estado quitándole a los niños el juego y la actividad independiente. Es razonable decir que los estamos privando de su niñez. Y estamos viendo las consecuencias de ello en índices altísimos de ansiedad, depresión y suicidio en niños en edad escolar, especialmente adolescentes.
Ha habido muchos estudios correlacionales, pero ¿para qué los necesitamos? Es algo medio obvio, ¿no? Debería ser obvio. El juego independiente es lo que hace a los niños felices. Si le quitas la libertad a cualquier persona independientemente de su edad, esa persona será infeliz.
¿Qué cuenta como juego, y por qué es importante?
El juego tiene cuatro características. Primero, es una actividad autoelegida y autodirigida por el jugador o los jugadores. Si hay una figura autoritaria que la dirige, automáticamente deja de ser un juego. El beisbol de la liga infantil no es un juego. Los niños no aprenden las mismas lecciones, porque no están a cargo.
Segundo, el juego es intrínsicamente motivado: jugamos por jugar. No lo haces por un trofeo ni para impresionar a un padre o un profesor. Tiene tremendos beneficios, pero no estás pensando en eso.
La tercera característica del juego es la estructura. Las personas hablan de juego descontracturado, pero deberíamos prohibirlo de nuestro vocabulario. Los propios jugadores siempre lo estructuran. Pueden adoptar reglas heredadas, pero son ellos quienes lo deciden. Así es como los niños aprenden a crear estructuras. Es como aprenden a crear, aplicar y seguir reglas; a inhibir sus impulsos. Lo interesante de jugar es que se elige de forma libre, pero cuando un niño elige jugar, el niño está eligiendo no ser libre.
Bianca Berends, Chico vestido de amarillo ocupado en la playa, óleos en barra sobre lienzo estampado, 2019. Usado con permiso.
Y la cuarta característica del juego es la creatividad. Las reglas nunca son tan estrictas o específicas como para decirte lo que tienes que hacer en cada paso. Y para los niños pequeños, el juego no solo es creativo, sino casi siempre es imaginativo. Están imaginando una situación que no existe en la vida real. Están imaginando que son la Mujer Maravilla, o que están luchando contra dragones. Están ejercitando su habilidad de pensar en un mundo imaginario, lo cual verdaderamente significa pensar de manera hipotética. Están pensando: “si esto es cierto, entonces, ¿qué más tiene que ser cierto en este escenario que estamos creando?” Los niños desarrollan este orden de pensamiento extraordinariamente elevado cuando juegan incluso los más pequeños.
¿Qué pueden hacer los padres para promover este tipo de juego?
En los años 50 simplemente echabas a tu hijo de casa y todos los demás niños eran echados también, así que se encontraban unos a otros y jugaban, o se quedaban a jugar después de la escuela y no volvían a casa hasta la hora de cenar. Pero ahora, si un padre dice “Ve a jugar afuera”, es muy probable que alguien llame al servicio de protección de menores.
Además de esto, incluso si mandas a tu hijo para afuera, es muy probable que no haya otros niños. Y el estímulo más importante para el juego es que haya otros niños con quienes jugar. Podemos desear que los niños tengan un amor por el aire libre, pero estoy convencido que en gran medida el amor por la naturaleza es un gusto adquirido, y lo adquieres de niño cuando juegas con otros niños al aire libre.
Nosotros como padres podemos pensar, “El amor por la naturaleza les hará disfrutar al aire libre”. Por lo tanto, incluso si el niño esta solo al aire libre pensamos: “esto es mucho mejor que cuando están dentro de casa solos”. Pero la mayoría de los niños no piensan así. Cuando los mandas a jugar al aire libre, si han podido sacar a escondidas sus celulares y no hay nadie con quien jugar, simplemente se pondrán con sus teléfonos e interactuarán con sus amigos de la única forma que son capaces.
Bianca Berends, Chica con muñeca, óleo sobre lienzo, 2019. Usado con permiso.
Lo que puedes hacer en el mundo de hoy para fomentar el juego real es encontrar maneras de reunir a varios niños al mismo tiempo, de forma regular, y de tal forma que los padres lo consideren suficientemente seguro. Eso a menudo significa que tiene que haber al menos un adulto presente. Idealmente sería alguien que no les diga a los niños como jugar, que no intervenga, sino que solo esté ahí por si surge alguna emergencia. Y ese es el tipo de situación que debes buscar.
El primer paso es conocer a tus vecinos. Y uno de los problemas de hoy es que no conocemos a nuestros vecinos. Y por eso, en parte, somos reticentes a que nuestros hijos jueguen afuera. En particular, conozcan a sus vecinos que tienen hijos. Sugiéranlo: ¿no sería genial darles a nuestros hijos la oportunidad de jugar al aire libre como solíamos hacerlo? Supongamos que a ciertas horas del día en la semana actuamos como padres de la vieja escuela y echamos a nuestros hijos de la casa. “¡Salgan de casa y dejen sus celulares aquí!” Quizás se quejen a la primera, pero una vez que se hagan amigos con los otros niños, estarán ansiosos por hacerlo.
Traducción de Micaela Amarilla Zeballos