Una reflexión por el sacerdote misionero Padre Aldo Trento, párroco de San Rafael en Asunción, Paraguay y fundador de Fundación San Rafael, organización que brinda servicios a los necesitados, describe una celebración significativo de la familia en su parroquia.
El matrimonio está en el origen de la familia como único lugar donde acaece el milagro de la paternidad y la maternidad. Por este motivo, en la cultura nihilista de hoy, con su doble cara del relativismo y del hedonismo, ha eliminado la fiesta de la familia y la ha sustituido por el día de la Madre y el día del Padre. Padre no es aquel que fecunda a la mujer, ni madre es la que expulsa una criatura de su vientre.
También los animales hacen estas cosas. Padre y madre son un don de lo Alto, fruto de una vocación divina que llama al hombre y a la mujer a formar un “fuego de hoyar” en el que se “alabe el nombre del Señor y en el que se permita a Dios, a través de los hijos, llevar a término su plan de salvación”.
En un mundo que festeja hasta el día del Sepulturero, sólo la Iglesia festeja la familia recordando a la Sagrada Familia de Nazaret. En Paraguay no tiene categoría de persona quien no tenga un día dedicado a su profesión, y ¡ojo! si no le felicitas.
Por esto, cada año en el primer domingo después de Navidad, en nuestra parroquia celebramos este día bendiciendo y asignando a los niños la escoba.
¿Por qué la escoba? Porque es el símbolo de la limpieza, del orden en la casa, porque es el instrumento domestico más antiguo y común. Porque san Martín de Porres alcanza la santidad usando con amor, ofreciendo a Cristo su trabajo, la escoba. Para los niños, como les explico recordando mi infancia, es el primer contacto con el trabajo físico de la casa, es la modalidad con la que entendemos el orden, la limpieza, la belleza.
Por esto ha sido bello el domingo 26 de diciembre, cuando pedí a los niños que salieran ante el altar para que me hicieran ver si conocían el uso de la escoba. Muchos sí, otros no. Entonces agarré la escoba y delante de todos les expliqué cómo se coge y también cómo se usa. Desde hace veinte años soy fiel a este gesto.
Aprenden rápidamente el uso y el significado del gesto. Después, riendo, les expliqué cómo mis padres usaban la escoba en mi trasero cuando hacia cualquier travesura para que pudiese entender cómo vivir.
Fue verdaderamente bello este gesto, porque me gusta imaginar que también Jesús desde niño aprendió a amar y a usar la escoba ayudando a sus padres, antes de usar la sierra o el martillo, la barrena, ect.
Creo que la escoba es uno de los instrumentos más antiguos y familiares del mundo. Por esto dije a los niños que merece mucho respeto, explicando también cómo guardarla en el escobero, con la parte del palo hacia abajo y “los pelos” de la escoba hacia arriba.
El nuevo Paraguay, aquel que nace del encuentro con Cristo, no pasa en primer lugar por la política o la economía, sino por la escoba. Esto es, por la familia que educa a sus hijos.
Extracto de Yo soy Tú que me haces, Ediciones Encuentro, 2013.
Imagen: Wikimedia Commons