¿Por qué es tan difícil creer en Cristo y confiar plenamente en él? Cristo quiere darnos su vida y espíritu; si lo consideramos por un momento nuestro corazón nos dice: Aquí hay uno en el que podemos confiar. Pero todos experimentamos sentimientos de temor y ansiedad. Algo en nosotros busca a Cristo, y al mismo tiempo queremos valernos por nosotros mismos y no estamos dispuestos a rendirnos a él por completo. Pero eso es lo que debemos hacer, pues el evangelio dice: crean y confíen. No es suficiente darle a Cristo lo bueno que hay en nosotros, ni darle nuestros pecados o traer ante él nuestras cargas. Quiere nuestros seres completos. Si no nos rendimos plenamente a él —si nos aferramos a nuestras reservas— nunca encontraremos la plenitud de la paz y libertad interior prometidas en el evangelio. Debemos entregarle a Cristo nuestro ser más íntimo.
Con frecuencia el poder de las tinieblas infunde miedo en nuestros corazones y nos impide la consagración total a Dios. Cuando Jesús dijo en la sinagoga: «si no comen la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente vida», hasta sus seguidores encontraron estas palabras difíciles de aceptar, y muchos lo abandonaron. Pero cuando Jesús les preguntó a los doce: «¿También ustedes quieren marcharse?» «Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios». Esa fe también debe vivir en nosotros: en nuestros corazones, en nuestras almas y en todo nuestro ser. Debe hacerse realidad en nosotros una y otra vez; no un sistema religioso, ni una teoría, sino el conocimiento de que podemos confiar por completo en Jesús y darle todo —nuestra vida entera— por toda la eternidad. No es necesario que lo entendamos todo con el intelecto. Mucho más importante es que experimentemos la confianza y la fe en nuestros corazones y en nuestro ser.
No debemos temer ni a nuestros enemigos, ni a la calumnia y persecución que puedan venir sobre nosotros. Debemos confiar en Jesús. Él también fue calumniado y perseguido. No queremos nada mejor. Si nos volvemos a Jesús en total confianza y amor, siento la absoluta certeza de que vamos a permanecer bajo la amorosa protección de Dios.
Debemos creer y confiar en que Jesús es la respuesta a todas nuestras confusiones, problemas y preocupaciones. No siempre he confiado lo suficiente en Jesús, pero reconozco mi falta de confianza como pecado. La vida no está exenta de confusiones y preocupaciones. Sin embargo, sabemos adonde acudir. Es muy sencillo: si no entiendes algo, confía en Jesús. No siempre es fácil, a veces cuesta una lucha interna hacerlo de todo corazón. Pero Jesús dice: «Confíen en Dios, y confíen también en mí». Esa es la única respuesta.
De una carta: Te recomiendo no cavilar demasiado sobre las cuestiones difíciles de la fe, como por qué Dios podría utilizar a una persona que ama como instrumento de su ira. No sabemos lo suficiente sobre el amor de Dios. La única respuesta a estas preguntas es la confianza plena e incondicional.
La vida no está exenta de confusiones o preocupaciones, pero la respuesta es muy sencilla: si no entiendes algo, confía en Jesús.
Si nos sentimos tentados a perder la confianza en los demás, debido a las luchas por las que hemos pasado, o por cualquier otra razón, debemos encontrar la tranquilidad interior. Debemos tener una actitud de consagración confiada en Jesús que dice: «no se cumpla mi voluntad, sino la tuya», y que nos hace absoluta e internamente tranquilos. Sin esta confianza que nos fortalece, yo no podría aguantar ni un solo día. Iglesias y grupos comunitarios como el nuestro morirán, todos moriremos. Al final de cuentas, solo Jesús será victorioso.
Como los rayos del sol sobre un valle, el gran amor de Dios se extiende por toda la tierra. Es cierto que hay cosas terribles en el mundo, como las guerras; y las guerras vendrán, pero Dios es mucho más grande. Él es mucho más grande que el ser humano, y su amor es mucho más grande que el amor humano. No vivas con miedo. Mira en todo el valle y hacia las montañas, y piensa en el gran Dios que creó todas las cosas y te tiene en su mano.
Aprende a confiar siempre en Jesús, aun cuando no puedas entender algo. A menudo surgirán situaciones en la vida sin que entiendas la razón. La única respuesta es confiar en Jesús. Experimentarás tiempos muy difíciles, pero nunca olvides que la victoria final es de Dios. Cree siempre en esto. El cielo y la tierra pasarán, pero vendrán un nuevo cielo y una nueva tierra.
Extracto del libro Discipulado.