En un mundo donde la industrialización y la modernización a menudo dictan el curso del progreso, un cambio revolucionario está echando raíces en el corazón de la agricultura. La transición hacia la agricultura regenerativa no solo tiene que ver con adoptar los últimos avances científicos; se trata de un regreso a la sabiduría de los granjeros que han trabajado la tierra por generaciones. Una granja es un emprendimiento comercial que requiere sustentabilidad financiera. Las mejores prácticas de cultivo deben alinearse con la viabilidad económica, ahorrando en costos y potenciando los beneficios para asegurar la supervivencia de las granjas y de quienes están a cargo de estas.

El abordaje que tiene la agricultura regenerativa de las prácticas agrícolas se enfoca en revitalizar y fortalecer la salud de la tierra y sus ecosistemas priorizando las prácticas que fomentan la salud del suelo, la biodiversidad y la captura de carbono mientras se reduce la dependencia en los pesticidas y fertilizantes químicos sintéticos. Los incentivos económicos y ambientales, junto con la obvia conexión entre la calidad de los alimentos y nuestra salud apuntan hacia un futuro prometedor para la agricultura regenerativa. El próximo paso crítico es ayudar a los agricultores a superar las barreras prácticas que no les permiten llevar adelante de un modo completo esta visión de las prácticas agrícolas.

La Revolución Verde que aconteció durante el pasado siglo tuvo varios logros en materia de productividad agrícola. Sin embargo, lo hizo a costa de dañar gravemente el ecosistema microbiano del suelo y crear en los granjeros una dependencia de los fertilizantes intensivos tradicionales y los subsidios gubernamentales. Las inestabilidades económicas tales como el aumento en los precios y la escasez en la cadena de suministros ponen al granjero bajo un estrés agobiante.

Hoy sabemos que el uso prologado de químicos trae aparejada la pérdida de la biodiversidad del microbioma, lo que reduce la disponibilidad de los nutrientes, causa la descomposición de la estructura de los agregados en el suelo a nivel microscópico y conduce a la compactación y la erosión del suelo, así como a una mayor susceptibilidad de las plantas a las plagas y a las enfermedades , en tanto produce cultivos pobres en nutrientes. A medida que el suelo se deteriora y la erosión aumenta, la escorrentía arrastra una mayor cantidad de fertilizantes hacia los cursos de agua circundantes. De ese modo, se requiere más fertilizante para suplementar lo que se perdió, y una vez más se produce el efecto de arrastre. Este ciclo es costoso y amenaza la futura viabilidad de la granja.

Afortunadamente, hay una solución. Los granjeros se están enfocando cada vez más en regenerar la salud del suelo mediante la mejora de su estructura, fertilidad y resiliencia. Prácticas tales como la reducción de la labranza, los cultivos de cobertura, la rotación de cultivos y la integración de animales son cada vez más aceptadas. Elaine Ingham, fundadora de Soil Food Web School dice: “Si queremos tener agua limpia, debemos recuperar la biología en nuestro suelo. Si queremos producir cultivos, debemos mejorar el suelo y la fertilidad con el tiempo, no destruirlos. El único modo de alcanzar estos resultados es mejorar la vida en el suelo”.

Cada vez más granjeros buscan reconstruir el ecosistema microbiano mediante la adición de microbios beneficiosos al suelo. Estos microbios pueden ser desarrollados a través de métodos específicos de compostaje, tales como la lombricultura, luego extraídos en forma líquida que puede ser aplicada en el surco junto con la semilla en el momento de la siembra o empleados como tratamiento para las semillas, empapado del suelo o pulverización foliar. Este abordaje puede acelerar rápidamente la transición hacia suelos más saludables mientras proporciona una alternativa de bajo costo y más amigable con el medio ambiente que los productos químicos. A pesar de que esta práctica está aún en pañales ―solo una parte de la tierra cultivable de Estados Unidos está experimentando mejoras gracias a los métodos regenerativos―, los resultados obtenidos hasta el momento han sido excepcionalmente prometedores.

Rick Clark cultiva casi tres mil hectáreas de soja, alfalfa y cereales en el área oeste de Indiana, donde ha desafiado los límites de lo factible con respecto a la agricultura regenerativa a escala. Ha eliminado los fertilizantes sintéticos y reducido su consumo de diésel en un 50 %, lo que en total le permite ahorrar USD 2.7 millones al año y hacer que las semillas y la maquinaria sean sus principales gastos de producción.

Rick Clark cultiva soja, alfalfa y cereales en el estado de Indiana. Toda la fotografía de Raymond Mommsen. Usado con permiso.

Los cultivos de cobertura y los cultivos diversificados han traído aparejado un menor rendimiento anual total por acre, pero con mayor beneficio, es decir, una cosecha general más pequeña, pero una rentabilidad más alta. “Cuando empiezas a ver los ahorros que haces a partir de la reducción o eliminación de los gastos, comienzas a alejarte de una mentalidad motivada por el rendimiento. Esta es una mentalidad motivada por la rentabilidad”, dice, a la vez que señala que su granja logra el excepcional triplete de ser “regenerativa, orgánica y sin labranza”.

Mientras tanto, está desarrollando su propio suministro de semillas, con lo cual el costo en semillas ha bajado hasta casi cero: “Los granos que cosechamos este año, los limpiamos, y de ahí obtenemos nuestro suministro para la plantación del año siguiente”, explica. Esto significa que las cinco variedades de granos de soja que cultiva están adaptadas a la tierra específica en la que están, simbióticamente en sintonía con los microbios en el bioma. Además, generación a generación, los granos desarrollan modificaciones hereditarias que benefician los futuros cultivos, no solo a través de la evolución del genoma, sino más rápidamente a través de respuestas epigenéticas a condiciones externas. En pocas palabras, espera que cada año sus cultivos estén más adaptados a la tierra donde se encuentran.

Al otro lado del país, Douglas Poole está en la misma sintonía que Clark. Cultiva trigo en seis mil hectáreas de tierras agrícolas de baja calidad en el centro de Washington, que reciben veinte centímetros de lluvia anual. Son tierras que su padre compró y cosechó con una cosechadora de USD 15,000. En la actualidad, dice Poole, la cosechadora que necesitaría para esas tierras podría costarle un millón de dólares, aunque ni el rendimiento ni el precio del trigo han aumentado tanto desde la época de su padre como para que remotamente valga la pena hacer ese gasto. Esto lo hizo repensar de un modo radical qué resultaría rentable para su granja, sobre todo, en términos de ir abandonando los fertilizantes sintéticos.

Douglas Poole cultiva trigo en el estado de Washington.

He recalls speaking with salesmen about which mix of expensive fertilizers to buy: “They were talking about different fertilizers and why you needed zinc or magnesium or copper or whatever else. But they said, well you got to be careful because if you mix too much of this, well, here’s this Mulder’s chart – it’s going to antagonize these four things over here. You need a little bit of that, but of course, that pisses these four elements off.” From a sales perspective, Mulder’s chart of nutrient interactions seemed to present an opportunity to sell him countless elements and then more elements to counteract the effects of those.

Recuerda haber hablado con algunos vendedores acerca de qué mezcla de fertilizantes caros comprar: “Hablaban de distintos fertilizantes y por qué era necesario el zinc, el magnesio, el cobre o lo que fuera. Pero dijeron que debía ser cuidadoso porque si mezclaba demasiado de eso, bueno, ahí estaba el diagrama de Mulder; iba a provocar que esos cuatro nutrientes antagonizaran. Se necesita un poquito de esto, pero por supuesto, perjudica a los otros nutrientes”. Desde el punto de vista de las ventas, el diagrama de Mulder acerca de las interacciones de los nutrientes parecía presentar una oportunidad de venderle innumerables nutrientes y luego más nutrientes para contrarrestar los efectos de aquellos.

¿Pero en qué lo ayudaba semejante gasto? Poole continúa así: “La maleza más grande que tengo aquí es el cardo ruso. ¿Qué le gusta al cardo ruso? Altos niveles de nitratos. ¿Qué hago entonces? Sigo agregando nitratos al suelo y todo lo que estoy haciendo es ayudar al cardo ruso. Lo que, por supuesto, pone feliz al vendedor de Roundup, porque debo comprar más Roundup para controlar el cardo ruso. Las personas que están familiarizadas con la salud del suelo conocen este círculo vicioso. Yo solo creo que de esto puede extraerse un ciclo positivo”.

Para Poole, la solución está justo bajo sus pies: “simplemente, no hay que interferir en la biología del suelo”. No añadir ningún elemento ni químico, solo aplicar compost y dejar que la naturaleza haga el resto. Cultivar plantas tiene que ver con la “biología, no con la química”, resume. (“Y”, agrega, “no tengo que extender un cheque por eso”).Vea una entrevista en inglés a Douglas Poole.

Dos estados más allá, en Montana, Cory Miller también exalta los beneficios de la biología del suelo. Miller fue desarrollador de productos de limpieza naturales, y ahora maneja una hacienda de cuatrocientas hectáreas donde produce soja, heno, carne vacuna y porcina y miel. Además, comparte su entusiasmo por la biología del suelo y las prácticas regenerativas en un conocido canal de YouTube.

La hacienda de Cory Miller produce césped, heno, miel, carne de res y carne de puerco.

No se extiende acerca de volverse ecológico ni de salvar el planeta, aunque son cuestiones que considera importantes. Al igual que Poole, se refiere directamente a los beneficios financieros: “Compré este lugar y tenía seis meses para pensar cómo hacer que rindiera dinero y que eso no significara una inversión significativa en infraestructura”, dice. El costo espectacular del fertilizante lo hizo considerar seriamente “cómo construir algo más resiliente que pudiera ser sustentable a largo plazo. Todo apuntaba a la agricultura biológica y a dejar que la biología liberara los nutrientes en el suelo”.

Se compadece de otros que enfrentan esta transición. “Se puede desperdiciar mucho dinero en la agricultura, mucho dinero, y es necesario poner algunos límites con respecto a los objetivos elegidos para alcanzar el éxito”.

Estos granjeros han hallado el éxito renovando su compromiso con el conocimiento del suelo y el respeto por los ciclos naturales. Al adoptar una mentalidad de la rentabilidad, la implementación de las prácticas regenerativas les permitió recuperar la independencia financiera.

El beneficio final no es el único principio importante de la agricultura regenerativa. Por ejemplo, el suelo más saludable produce alimento más saludable. Como dice Miller: “La densidad nutricional que podemos introducir en los alimentos es la razón número uno para hacerlo. Hay una cantidad de cosas malas presentes en nuestro suministro de alimentos, que acaban en el interior de nuestro cuerpo. La ciencia sugiere que mucho de esto tiene que ver con los productos químicos que hay en la comida que compramos en la tienda de comestibles”. Y continúa así: “Después de enterarme de esto, de estudiarlo y de practicarlo, me siento una persona totalmente diferente. Cuando vivía todo el tiempo ocupado, la comida rápida era la opción, la engullía, la comía tan rápido como podía y regresaba a trabajar. Ahora llevo conmigo en el tractor una bolsa con zanahorias y puedo comerlas lentamente”. Vea una entrevista en inglés a Cory Miller.

Adam Henderson, que cultiva ochocientas hectáreas en Iowa con sus hermanos Andy y Aaron y su padre Bob, explica la conexión científica entre la salud del suelo y la nutrición. Recuerda un momento de lucidez que tuvo en su época universitaria durante una clase cuando su profesor presentó una diapositiva “que mostraba la degradación del valor nutritivo del maíz durante los últimos cuarenta años, cómo el maíz convencional se compara con el valor nutritivo de un OGM, la diferencia entre los valores del almidón y de las proteínas”. Eso quedó en su mente. En la actualidad, “alimentamos a nuestros animales en gran parte con lo que cultivamos, y nuestros animales están más saludables. Comemos la carne de esos animales, así que lo esperable es estar también más saludables. De eso se trata todo, cerrar el círculo en el punto donde los animales están más saludables, las personas están más saludables y el suelo está más saludable”.

Bob Henderson y sus tres hijos cultivan ochocientos hectáreas en el estado de Iowa.

Y, por último, aunque no menos importante, también la tierra está más saludable. En tanto cuidadores de la tierra, los granjeros comprenden el impacto ambiental más extendido de sus prácticas. La agricultura regenerativa puede mitigar la polución, conservar el agua, reducir la erosión y contribuir a un ecosistema más resiliente.

“La madre naturaleza hace algunas locuras”, señala Miller. “Traes huracanes y tornados, y todo eso tiene un propósito. Está cambiando la dinámica de los cultivos”. Estar en sintonía con la naturaleza, incluso a este nivel disruptivo, puede ayudar a los granjeros a “construir algo resiliente y prepararse para esos años malos”.

Según Clark, no fue necesario un huracán para que el asunto se hiciera evidente. Recuerda una vez cuando en su granja aún se practicaba un alto nivel de labranza y “tuvimos una lluvia de dos centímetros en un campo con una pendiente del uno por ciento. La erosión que aconteció simplemente me dejó atónito. La tierra había quedado sobre el camino. Fue entonces cuando me desperté y dije: ‘Es hora de hacer un cambio´”.

La erosión también fue un factor decisivo para la familia Henderson. Comenzaron a aplicar extracto de compost, explica Andy, porque “si uno reduce su erosión, tendrá más suelo y este permanecerá en su sitio. Por lo tanto, también sus nutrientes permanecerán. Su capacidad de retención de agua aumentará y eso, finalmente, ayudará a mejorar los cultivos en un año de sequía”.

En los últimos diez años, los Henderson redujeron la labranza e hicieron muchos otros cambios en la granja mientras aprendían más sobre las prácticas regenerativas, desde el pastoreo rotativo hasta el seguimiento de los microorganismos. Cuando comenzaron, recuerda Adam, “A partir del análisis del suelo, sabíamos que carecía de componentes biológicos. Casi no hay protozoos”. Pero año tras año, estos resultados han mejorado y, mientras tanto, su respeto por la naturaleza se ha profundizado. “No hay que tratar el suelo como solo un medio para que las plantas crezcan. Hay más cosas sucediendo ahí abajo de las que suceden en la superficie”.

A modo de resumen, Bob cita el consejo de Gabe Brown, autor de Dirt to Soil: “‘Solía salir y pensar qué iba a matar ese día, un insecto, una maleza o lo que fuera. Ahora trato de pensar qué voy a mantener vivo´. Es una gran declaración, porque es ahí donde estamos. Nos gustaría mantener con vida todo cuanto podamos, en lugar de intentar matar todo”. Vea una entrevista en inglés a los Henderson.

Aunque resulta prometedor, el viaje hacia la agricultura regenerativa es desafiante. Aaron Henderson aconseja lo siguiente: “Implica muchísimos riesgos, y esa es una enorme razón, un enorme obstáculo, que explica por qué las personas no se zambullen en ella. La clave es dar pasos de bebé. Si uno se abre camino lentamente y piensa cómo hacer para mantener la rentabilidad, con el tiempo y poco a poco irá viendo los resultados”.

La transición de las prácticas convencionales a los métodos regenerativos puede implicar gastos iniciales, una curva de aprendizaje y una renuencia al cambio. “Si se trata de lanzarse de cabeza”, agrega, “es algo que da miedo desde el punto de vista financiero. Pero con el paso de los años se ven los beneficios”. 

Sin duda, extraer la suficiente biología beneficiosa a partir de compost como para cubrir una granja de grandes dimensiones resulta una restricción operativa. Sin la maquinaria adecuada, en el mejor de los casos, el proceso lleva mucho tiempo y es complicado. En el peor de los casos, hay una alta probabilidad de que un material valioso sea desperdiciado e incluso que se produzcan y diseminen agentes patógenos.

Conozco estos desafíos de primera mano. Cuando el Bruderhof, la comunidad cristiana detrás de Plough, hizo la transición a las prácticas regenerativas en nuestras propias granjas, nos dimos cuenta de que gran cantidad de información científica señalaba los beneficios de reconstruir los ecosistemas microbianos en el suelo. En la actualidad, las catorce granjas del Bruderhof son completamente regenerativas o están en transición hacia ese objetivo. Aun así, a medida que comenzamos a implementar los métodos regenerativos, se volvió claro que había pocas herramientas disponibles para ejecutar con eficiencia esos métodos a gran escala. Nuestra solución consistió en crear nuestras propias herramientas para apoyar a nuestras granjas y a otros que estuvieran buscando hacer la misma transición.

El experto en suelos para Hiwassee Products demuestra el producto "Continuous Flow Bio-Extractor".

En el nuevo Bruderhof, donde antes estaba el campus de Hiwassee College en Madisonville, Tennessee, recientemente iniciamos un emprendimiento comercial dirigido a proporcionar soluciones de equipamiento para la biología de la regeneración del suelo. Hiwassee Products hace sistemas de equipamiento destinados al enriquecimiento biológico de suelos desde el compostaje hasta la extracción, la aplicación y el análisis de los resultados. Estos productos están orientados hacia la reconstrucción de las comunidades microbianas del suelo de un modo que sea ampliable y adaptable a varios sistemas agrícolas. Ofrecemos soluciones en equipamiento que servirán tanto a granjas a gran y a pequeña escala, de manera tal que ambas puedan hacer el cambio hacia prácticas más regenerativas.

Hiwassee Products trabaja cerca de los granjeros, integrando sus exigencias con el asesoramiento del técnico del laboratorio de suelos para desarrollar este equipamiento. Estas soluciones cierran la brecha entre ciencia y metodología, asociando ambas al hacer que las pruebas de laboratorio de las mejores prácticas se conviertan en una realidad operativamente eficiente en la granja. Al igual que aquellos granjeros a quienes prestamos servicio, aún estamos aprendiendo qué funciona en nuestros propios campos y talleres. Al recurrir a los últimos avances de la ciencia junto con la sabiduría del pasado, aspiramos a ayudar a los granjeros a satisfacer las exigencias de un mundo que cambia rápidamente. A medida que surgen los desafíos, la agricultura regenerativa mantiene la promesa de sobrevivir y prosperar. Aumentar la vitalidad del suelo es una inversión estratégica en el planeta, promueve la salud humana, fomenta el cultivo de alimentos nutritivos y, finalmente, ofrece un resultado rentable.


Traducción de Claudia Amengual