Jesús dijo que solo los niños —y los que son como ellos— entrarán en el reino de Dios. A diferencia de los adultos, los niños no son seres divididos ni duales. Son un todo; son vulnerables; dependen por completo de padre y madre. Cristo nos llama a volvernos como niños, y esto significa que debemos dejar todo y llegar a ser absolutamente dependientes de Dios y unos de otros.
Si nosotros como padres amamos a Dios con todo nuestro corazón y alma, nuestros hijos tendrán la reverencia debida por nosotros, y nosotros también tendremos reverencia por nuestros hijos, y por el maravilloso misterio de convertirnos y ser un niño. El elemento básico de una verdadera vida familiar es la reverencia por el espíritu que se mueve entre padres e hijos.
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «“¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?” Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo: “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos”».
El elemento básico de una vida familiar verdadera es la reverencia por el espíritu que se mueve entre padres e hijos.
Estas palabras de Jesús expresan el enorme valor que tiene el alma de un niño pequeño a los ojos de Dios. Podemos estar seguros de que Dios cuenta cada cabello de cada niño, y que cada niño tiene un ángel guardián que siempre tiene acceso al trono de Dios.
La inocencia de un niño es una bendición enorme. Sin embargo, existe una inclinación al pecado en cada niño, y por ello debemos guiar a los niños en el camino recto para que no pierdan su inocencia infantil, es decir, su pureza de corazón. Es un crimen terrible inducir a un niño a pecar.
Es muy importante que los padres y educadores inspiren en cada niño un profundo amor por Dios, por Jesús, y por los demás. Los padres y educadores deben contarles a los niños sobre Jesús: cómo nació en un establo, cómo vivió y trabajó, cómo sanó a los enfermos, cómo amaba y bendecía a los niños, cómo murió en la cruz y resucitó, y qué significado tenía en su vida el mundo angelical. Es importante tener una actitud de sencillez hacia el mundo angelical y hacia la vida de Jesús. Los niños experimentan las cosas espirituales de una manera mucho más real y profunda de lo que creemos.
Extracto del libro Discipulado.