Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él». Nosotros mismos oímos esa voz que vino del cielo cuando estábamos con él en el monte santo. 2 Pedro 1:17-18
Señor Jesucristo, a ti levantamos nuestros ojos, porque nos has librado de nuestro mundo de muerte, para vivir en la gloria de vida; y nos ofreces tu vida en la tierra. Permite que el poder de tu vida se revele hoy en nosotros y en muchos otros que desean celebrar la Navidad. Envía tu Espíritu, para que cambien nuestros corazones y podamos escuchar, ver, experimentar y comprender lo que tú y tu don de vida eterna significan realmente para nosotros. Por ello, cuida de nosotros en estos días y fortalece nuestra fe. Derrama la luz de tu gracia en nuestro interior y sobre nosotros. Protégenos como tus discípulos. Guíanos en comunión con nuestro Padre celestial y en comunión contigo por toda la eternidad, oh Cristo Jesús. Amén.