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CajaCafeína para la consciencia
El evangelio debe poner al descubierto las injusticias que nuestras identidades pretendan justificar. Ser el pueblo elegido no eximió a Israel de sus pecados; cuanto menos podría una nación moderna alegar que su destino histórico justifica sus atrocidades. Una proclamación del evangelio que ignora la dimensión social no es capaz de cuestionar el relato que la comunidad –la tribu, la nación, el imperio– construye para justificar y atenuar sus pecados. La predicación del evangelio debe confrontar esas narrativas de manera explícita, de lo contrario, el evangelio ya no proclamará el reino de Dios sino una serie de clichés. Fuente: “Wesley Whitefield y la fuerza disruptiva del evangelio”
Fuente: “Wesley, Whitefield y la fuerza disruptiva del evangelio”