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CajaCafeína para la consciencia
En mi rostro no son visibles las marcas de un mundo imperfecto como en la carita de mi bebé, que nació con una deformación facial. Pero en lo espiritual, todos somos juguetes dañados, rotos, necesitados de un rey maravilloso que salga a buscarnos y nos reúna en su reino, junto con su pueblo. Necesitamos desesperadamente el toque cariñoso del gran Restaurador de juguetes que nos restaure en cuerpo y alma. Llevo en mi espíritu marcas de pecado que solo mi creador puede reparar transformándome en una nueva creación para que entone cánticos a su gloria. Mi oración es que nuestro hijo, igual que su homónimo el rey David, ría y baile en la presencia de su Padre.
Fuente: “La isla de los juguetes rotos”