El motivo por el cual reprimimos nuestros sentimientos es la ansiedad que causan. Si admito que me siento molesto y enfadado, entonces pienso de inmediato, ¿a qué conducirá esto? Estaremos pele­ando como perros y gatos durante meses, si muestro mis verdaderos sentimientos. ¿Qué se debe hacer? ¿Adónde acudiremos a pedir ayuda? Acudiremos a Dios. Dicho de otro modo, en lugar de basar nuestra confianza en nuestra capacidad para reprimir estos sentimientos y mantenerlos fuera de la vista, lo que debemos hacer es adoptar una actitud completamente nueva y decir: “Bien, tengo estos sentimientos y sé que están ahí. Lamento que así sea, pero la gracia de Cristo puede solucionarlo, la gracia de Cristo en mí y la gracia de Cristo en mi hermano y en mi hermana.” 

Fuente: ¿Por qué vivimos en comunidad?