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Oh Cristo pobre, quién podría
no sentirse tu compañero,
tan achacoso y lastimero,
tan pierna arriba en tu agonía.

En las tinieblas refulgía
con gran piedad tu cuerpo entero
lleno de sangre y verdadero,
como está el sol al mediodía.

Te vi abismado, Cristo pobre,
Cristo del pobre sin un cobre,
perdonador porque eres bueno.

De todo, Amor, te despojaron,
sólo las llagas te dejaron,
Cristo tan pobre, tan chileno.


Fuente: “El Cristo pobre”