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Al igual que todos tememos que envejecer, todos también tememos que morir. Pero nunca venceremos estos temores por completo hasta que nos demos cuenta de que fuimos hechos no sólo para este mundo, sino para algo más grande. Si vemos la muerte como un escalón de paso a otro mundo, como parte de la continuación de la experiencia humana y no como el final, lo podemos manejar mejor. Si verdaderamente creemos esto, no tenemos que preocuparnos por lo que hay al otro lado de la puerta, porque sabemos quién está ahí: es nuestro Señor, Jesús. Y mientras lidiamos con saber que nuestra vida en la tierra pudiera terminar en cualquier momento, podemos vivir con la certeza de que hay una vida después de la muerte.


Fuente: La riqueza de los años