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La demanda que Jesús hiciera al joven rico, de vender todo y dar a los pobres, particulariza la demanda general dirigida a las multitudes, de dejarlo todo a fin de seguirlo por causa del evangelio. Es, por lo tanto, un llamado al servicio y sólo puede entenderse en el contexto del discipulado cristiano. Siendo así, no podemos dar por sentado que las palabras de Jesús al joven rico no tienen nada que ver con nos otros, ni debemos suponer que su mandato a renunciar todas las cosas no fue literal sino simplemente un llamado a una actitud de desapego interior en relación a los bienes materiales. El desapego interior respecto a las riquezas sólo es posible en la experiencia de quienes están dispuestos a dejarlo todo literalmente, por causa del evangelio. Es genuino en la medida en que puede expresarse concretamente como se expresó en el caso de Jesús y sus discípulos. Esa clase de desapego es una condición ineludible del discipulado cristiano y deriva su significado de la entrega personal de Aquel que por amor a nosotros se hizo pobre, siendo rico, para que nosotros con su pobreza fuésemos enriquecidos.


Fuente: Misión integral: Ensayos sobre el Reino y la iglesia