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Ten esto en cuenta, porque es verdad innegable: no oramos en vano para los perdidos, aunque sean nuestros enemigos. Sí, no oramos en vano, aunque todo parezca imposible. Si realmente estamos interesados por su salvación y los llevamos ante el Salvador, él los pondrá bajo su cuidado especial para que—tal vez aun antes que nos demos cuenta—pueden suceder milagros, aun entre los que ya hemos dado por perdidos.


Fuente: Vom Glauben bis ans Ende