Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes. Ezequiel 36:26-27
Señor nuestro Dios, que despierten nuestras vidas, porque tú envías tu Espíritu para soplar a través del cielo y la tierra, para remover todo a la vida. Anhelamos la incitación de tu Espíritu. No permitas que seamos dominados por la maldad y el pecado, sino que nazcamos de nuevo para ser guerreros por el bien supremo en la tierra, que lleva al cielo. Escucha las oraciones de todos los pueblos, lejos y cerca, quienes suspiran por el Salvador. Oramos por todos ellos, como también por nosotros, y tú escucharás nuestra oración. Tú enviarás poder para levantar sus almas y corazones, para que haya una gran multitud de tu pueblo alegre en la tierra. A pesar de toda la desgracia, adversidad y peligro en el mundo, habrá un pueblo regocijándose de un extremo de la tierra al otro, un pueblo confiando en ti y seguro de la victoria por medio de la gracia suprema que tú das en respuesta a nuestras oraciones. Amén.