Subtotal: $
CajaTodavía estamos acostumbrándonos aquí en Plough al mundo sin Johann Christoph Arnold –pastor y promotor de la paz, autor y editor, guía y amigo– fallecido el sábado 15 de abril de 2017.
Christoph dirigió el trabajo de la editorial Plough durante los años sesenta, y luego empezamos a publicar sus libros en los años noventa, cuando se dedicó a escribir para compartir su sabiduría y las historias que recogió durante décadas de trabajo por la paz en distintas partes del mundo, y de servicio pastoral en Woodcrest, la comunidad Bruderhof donde vivió por más de medio siglo. Sus libros han ayudado a más que dos millones de lectores a navegar por las aguas turbulentas del matrimonio y la crianza, el envejecimiento y el duelo, el perdón y la superación del temor y la desesperación.
¿La vida de Johann Christoph Arnold o alguno de sus libros de han movido personalmente? Si tienes alguna anécdota o reflexión por favor deja un comentario y lo compartiremos con su familia.
Aquellos de nosotros que tuvimos el privilegio de trabajar con Christoph nunca nos olvidaremos de cómo nos desafiaba a tener más fe: a creer en la redención de los más perversos, mantener la esperanza en los conflictos más arraigados y creer que hay un final para todas las injusticias. Nos enseñó a hablar de forma simple para la audiencia más amplia posible y a utilizar el poder de las anécdotas personales para abrir mentes y corazones: historias reales de personas maravillosas a quienes conocía y de quienes se había hecho amigo.
Christoph usó su estatus de figura pública para aportar sentido común al debate nacional. Se contactó con personas de todos los partidos políticos y denominaciones religiosas para buscar puntos en común y, cuando fuera posible, unirse para trabajar juntos. Cuando el noticiero informaba de alguna tragedia, local o internacional, podíamos esperar su llamada en cuestión de horas; él ya tendría pensada una respuesta que ofrecía consuelo a las familias de las víctimas, sin dejar de abordar las raíces del problema. En la televisión, la radio, en los diarios y muchos sitios web, llamaba a la paz y al entendimiento mientras sonaban los tambores de guerra, al perdón cuando la gente quería sangre, a la valentía frente a campañas de miedo, la solidaridad frente al odio, la fidelidad en un mundo de infidelidad y la sensatez en una cultura marcada por la tecnología y el consumismo.
La obra de Johann Christoph Arnold seguirá a través de sus libros, que Plough continuará poniendo a disposición, y del ejemplo que él nos dejó para ser hombres y mujeres de paz, creyentes en que la chispa de Dios está en cada corazón humano, esperando solo que la aviven para brotar en llamas
De En busca de paz:
La paz presupone lucha. Se le encuentra al asumir las batallas fundamentales de la vida: la de la vida contra la muerte, la del bien contra el mal, la de la verdad contra la mentira. Sí, es un don, pero también es resultado del más intenso esfuerzo. De hecho, varios versículos de los Salmos nos dan a entender que es en el mismo proceso de esforzarse por la paz que se la encuentra. Esa paz es el resultado de arrostrar y vencer, no de evitar, el conflicto. Y como está arraigada en la justicia, la paz genuina –la paz de Dios– deshace las relaciones falsas, altera los sistemas injustos y desenmascara las mentiras que prometen una paz ilusoria. Arranca las semillas de todo lo que estorba la verdadera paz.
De Dios, sexo y matrimonio:
Nadie puede vivir de verdad sin el amor; es la voluntad de Dios que todas las personas traten con caridad a todas las demás. Todas las personas son llamadas a amar y ayudar a los que las rodean en nombre de Dios. (…)Si estamos llenos del amor de Dios, nunca podemos sentirnos solos ni aislados por mucho tiempo; siempre encontraremos a quién amar. Dios y nuestro prójimo siempre estarán cerca de nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es buscarlos. Cuando sufrimos a causa de la soledad, a menudo se debe simplemente a que deseamos ser amados en vez de amar nosotros. La verdadera felicidad resulta de dar amor a otros. Necesitamos construir, una y otra vez, la comunidad de amor con nuestro prójimo, y en esta búsqueda, todos debemos convertirnos en un servidor, un hermano o una hermana. Vamos a pedirle a Dios que desahogue nuestros corazones sofocados para poder dar este amor, sabiendo que lo encontramos sólo en la humildad de la cruz.
De Setenta veces siete:
Mucha gente nunca tendrá que decidir si puede o no puede perdonar a un asesino. Pero todos se enfrentan a diario, quizás muchas veces en un solo día, con la necesidad de perdonar al esposo o esposa, a los hijos, a los compañeros de trabajo. Es menos difícil perdonar a un desconocido que a una persona conocida que goza de nuestra confianza. Por eso es tan difícil sobrellevar el desengaño cuando hemos sido traicionados por compañeros o amigos íntimos que conocen nuestros pensamientos más profundos, nuestras idiosincrasias y flaquezas humanas; cuando se tornan contra nosotros, nos dejan atolondrados.
De La riqueza de los años:
Mientras lidiamos con saber que nuestra vida en la tierra pudiera terminar en cualquier momento, podemos vivir con la certeza de que hay una vida después de la muerte. Según nos dan a entender las sagradas escrituras, la eternidad no se trata de una vida sin fin, como la conocemos. La que conocemos aquí pronto acabará. La eternidad es una vida nueva, libre de los poderes destructivos de la muerte, una plenitud de vida donde el amor reina supremamente. La promesa de una vida eterna tiene menos que ver con la duración del tiempo y más que ver con cierto tipo de vida, una vida de paz, compañerismo y abundancia. Y esa vida puede comenzar ahora.
De No tengas miedo:
El mejor camino, el único camino para superar verdaderamente el temor a la muerte es el de vivir la vida de tal modo que su significado no nos pueda ser arrebatado por la muerte. Estas palabras suenan grandilocuentes, pero en realidad son muy sencillas. Significan luchar contra el impulso de vivir para nosotros mismos, en lugar de hacerlo para los otros. Significan elegir la generosidad antes que la avaricia. También significan vivir humildemente, en lugar de buscar la influencia y el poder. Finalmente, significan estar preparados para morir una y otra vez, para nosotros mismos y para cualquier opinión o agenda que implique autoservicio. (...) No podremos salir al encuentro de la muerte con confianza, cuando esta llegue, si antes no hemos vivido para el amor. Y lo digo porque estoy seguro de que cuando exhalemos nuestro último suspiro y nuestra alma se encuentre con Dios, no se nos preguntará cuánto hemos conseguido, sino si hemos amado lo suficiente. Por citar a San Juan de la Cruz: «En el ocaso de la vida seréis juzgados según vuestro amor».
Yurany Mendoza
Buenas tardes queridos hermanos en Cristo. Lameto mucho la perdida del Reverendo Johann Christoph Arnold . Mis sinceras condolencias a la esposa, sus hijos y el resto de la familia. Fortaleza y resignacion. No es facil acostumbrarse a la perdida de un ser querido, pero sabemos que él ya descanso en la paz del Señor y que alla no habra mas dolor ni tristeza. Bendiciones para el resto de la congrecacion. Saludos afectuosos desde Canada
PEDRO TREVIÑO MARROQUIN
Me entristece el fallecimiento de Johann Christopher Arnold, pero en el cielo hay alegría. El Señor les bendiga.