Rifton, Nueva York, 19 de abril de 2017. «Ahora sé el significado de lo que en verdad es "descanse en paz".» Una lágrima atravesó el rostro curtido por la historia del anciano, mientras nos abrazaba a mi hermano y a mí. Sonriendo, añadió: «Esto es paz». Mi padre había muerto tres días antes, y el Dr. John Perkins, un héroe en la lucha por los derechos civiles y fundador de la Christian Community Development Association (Asociación para el Desarrollo de la Comunidad Cristiana), había venido desde Misisipi para rendir tributo a su viejo amigo y compañero de lucha en la acción por la paz. Nos reunimos alrededor del cuerpo de mi padre, delante del misterio de la vida eterna. Descansar en paz es la recompensa por la obra en la vida.
Mi padre, Johann Christoph Arnold, fue muchas cosas: un pastor, un anciano del Bruderhof, un veterano de la lucha por la paz y la reconciliación a través del perdón, un guerrero en la lucha por vivir el evangelio y amar a su prójimo.
Su velorio era un reflejo de su obra en vida. La gente llegaba a torrentes a la habitación: familias del Bruderhof con sus niños, ancianos llevados en sillas de ruedas, compañeros de trabajo en el ministerio, cientos de estudiantes. Los vecinos que él había visitado estuvieron presentes, junto con contratistas y plomeros, doctores y enfermeras, políticos y multitudes de hombres y mujeres de varios departamentos de policía y los servicios de emergencia. En medio de todos ellos, el cardenal Timothy Dolan entró de repente para dar abrazos, hacer una conmovedora oración por el fallecido, y compartir memorias divertidas de su trabajo junto a mi padre por el Señor, y también de su mutuo gusto por la salchicha alemana y la cerveza.
¿Cómo puedes describir la esencia de un hombre que vivió por inspiración del Espíritu Santo? En este justo momento mi padre me hubiera interrumpido con un: «¡No soy un santo! No me describas como un santo». Es verdad, con su bastón de andar en mano, y su estilo directo y franco, papá fue más como un profeta que un santo. Fue un pilar: una columna fiel y constante, digno de confianza, determinado y firme, sin temor del viento ni del clima. Una vida como la suya, vivida en una fe primordial en Cristo, resulta a la vez demasiado simple y demasiado profundo para explicar. Al tratar de capturarla se acaba con ella: se vive, y su intensidad consume cualquier imagen que se preserva como leyenda. Es un retrato difícil de pintar, y no soy pintor. Pero puedo garabatear jeroglíficos.