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Jesús fue muerto en el cuerpo, pero hecho vivo en el Espíritu (1 Pedro 3:18). La muerte ya no tuvo más poder sobre él, y la muerte ya no tiene poder sobre los que mueren en Cristo, aun cuando deban esperar por el día de la resurrección. Nosotros que pertenecemos al Señor podemos alegrarnos cuando cerramos nuestros ojos y vemos al gran victorioso que ha destruido el poder de la muerte. Lo veremos, y los que nos rodean lo verán, cuán triunfante el alma que parte se apodera de la vida venidera.


Fuente: La muerte no tiene aguijón