Subtotal: $
CajaCafeína para la consciencia
Piensa en todos los alimentos y sabores de las culturas de la tierra que usan sal. La sal no convierte la comida en sal, ni toma el control del sabor, sino que lo resalta. Cuando comemos la comida, no solo estamos probando la sal, probamos el sabor original con la sal, como parte integral de la misma. Imagina a cada uno de esos alimentos, a cada uno con su sabor propio distintivo y a su vez, todos con la sal. Tal vez indique que nosotros, como cristianos, deberíamos ir a muchos lugares, culturas y países diferentes de todo el mundo. Pero al igual que la sal en la comida, no vamos a imponer a esa cultura que sea como la nuestra, sino que vamos a ver, escuchar y apreciar lo que hay de valor y belleza en ella, y agregar, como si fuese sal, el mensaje de Cristo. Este pasaje no nos ordena crear una cultura completamente nueva o imponer nuestra propia cultura a nadie, sino cambiar —lentamente— la situación en la que nos encontramos, para que se alinee más con los planes de Dios. Puede ser más fácil pensar que mi cultura es "la forma correcta" de hacer las cosas, pero eso no es lo que nos enseña la Biblia. Tal como la sal, debemos presentar las obras y el mensaje de Cristo, de una manera tranquila y sutil para que, dondequiera que vayamos, la vida se parezca más a lo que Dios deseaba en el principio.
Fuente: "La sal del mundo"