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CajaLa sal del mundo
Apreciemos lo que hay de valor y belleza en otras culturas y agreguemos, como si fuese sal, el mensaje de Cristo.
por Reuben Cavanna
jueves, 02 de febrero de 2023
“Ustedes son la sal de la tierra.”
“Todas las ofrendas de cereal las sazonarán con sal, y no dejarán que les falte la sal del pacto de su Dios. A todas las ofrendas deberán ponerles sal.”
Como todo cristiano, he tenido el privilegio de escuchar la palabra de Dios, de leer y experimentar el perdón de Cristo. Estos dos versículos bíblicos me plantean la pregunta: ¿cómo comparto esta experiencia de Cristo con los demás?
¿Qué significa ser sal?
La sal es un mineral esencial para la vida de los seres humanos. Sin ella, ninguno de nosotros podría sobrevivir. En pequeñas cantidades entra en casi todo lo que comemos; sin embargo, no pensamos en la sal que comemos, sino en el sabor. Además de sazonar, la sal también se usa para otros fines como conservar y derretir; incluso se usó como moneda. Entonces, ¿qué significa ser “la sal de la tierra” y “no dejarán que les falte la sal del pacto de su Dios”?
La sal como condimento
Piensa en todos los alimentos y sabores de las culturas de la tierra que usan sal. La sal no convierte la comida en sal, ni toma el control del sabor, sino que lo resalta. Cuando comemos la comida, no solo estamos probando la sal, probamos el sabor original con la sal, como parte integral de la misma. Imagina a cada uno de esos alimentos, a cada uno con su sabor propio distintivo y a su vez, todos con la sal. Tal vez indique que nosotros, como cristianos, deberíamos ir a muchos lugares, culturas y países diferentes de todo el mundo. Pero al igual que la sal en la comida, no vamos a imponer a esa cultura que sea como la nuestra, sino que vamos a ver, escuchar y apreciar lo que hay de valor y belleza en ella, y agregar, como si fuese sal, el mensaje de Cristo. Este pasaje no nos ordena crear una cultura completamente nueva o imponer nuestra propia cultura a nadie, sino cambiar —lentamente— la situación en la que nos encontramos, para que se alinee más con los planes de Dios. Puede ser más fácil pensar que mi cultura es "la forma correcta" de hacer las cosas, pero eso no es lo que nos enseña la Biblia. Tal como la sal, debemos presentar las obras y el mensaje de Cristo, de una manera tranquila y sutil para que, dondequiera que vayamos, la vida se parezca más a lo que Dios deseaba en el principio.
La sal como una roca
Aunque la imagen de la sal marina nos viene a la mente de inmediato, en realidad la mayor parte de la sal comienza como halita, una roca que se extrae del suelo. La idea de que la sal pueda ser tanto una roca como un punto de anclaje sólido en nuestra vida, como un sabor necesario en todas las partes de nuestra vida, es un motivo de reflexión.
Además, para que sea útil, la halita debe triturarse y molerse —o debe discurrir de la roca— para que pueda convertirse en parte de la comida. Debe pasar de ser su propio yo para volverse una pequeña parte de otra cosa: debe cambiar para ser útil. Con nosotros es igual: a través del crecimiento en la fe y la aceptación del perdón, cambiamos y podemos convertirnos en parte del plan y las acciones de Dios. Si nos mantenemos duros y tercos como una roca, somos inútiles.
La sal para derretir
Mi familia recién regresó de una visita invernal a Nueva York. Allí vi cómo echan sal sobre las carreteras heladas para derretir el hielo, dando paso seguro a los automóviles y las personas. Para hacer esto, la sal debe usarse en pequeñas cantidades, que provoquen el derretimiento del hielo y con ello, su disolución en el agua que resulta del proceso. Para realmente hacer la obra de Dios, necesitamos derretirnos, cambiar y convertirnos en lo que Dios quiere, para que su plan entre en acción.
Seguimos conversando
Existen también otras posibles meditaciones sobre la sal: la sal como conservante; la sal como antiséptico y medicamento, que pica mientras cura; la necesidad de esparcir la sal en pequeñas cantidades y no aglomerarla; y lo que pasa cuando hay demasiada sal en un plato, entre otras. Pero las dejo para una conversación personal contigo.
Vivo con mi esposa y algunos de nuestros hijos —la mayoría ya han salido del hogar— en el Bruderhof Villa Primavera, Asunción. Hace seis años que vivimos acá y estas meditaciones surgen, en parte, de nuestra experiencia de aprendizaje en Paraguay. Nos gustaría tomar un tereré contigo y charlar sobre la misión o cualquier otro tema. Puedes contactarte con nosotros en la página de nuestra comunidad Bruderhof.