La elegida de Dios

En una pequeña zona del extenso Oriente Próximo, durante la invasión romana, es donde Jesucristo, nació, creció, fue bautizado, hizo su ministerio, murió y resucitó.

Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro; que fue concebido del Espíritu Santo, nació de la virgen María…

La Biblia, en el libro de Lucas capitulo primero, describe a la mujer –elegida por Dios– para iniciar la historia de la salvación. El evangelio dice que un ángel de nombre Gabriel, enviado por Dios, fue a buscar a una mujer virgen a la población de Nazaret, provincia de Galilea, y cuándo la encontró, le dijo:

«¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo… y su reino no tendrá fin». «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra».

Recordar a la mujer que visitó el ángel Gabriel, es reconocer a la mujer que engendró en el seno de su naturaleza humana; por obra del Espíritu Santo, a Jesucristo. El amor y cuidado que ocupó a la mujer elegida por Dios, la vida de Jesús, es parte de nuestra fe y espiritualidad: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios».

La mujer virgen a quien visitó el ángel, es un personaje único. La fe en su maternidad divina ha estado presente en el pensamiento cristiano desde el siglo I. Tener fe en su maternidad virginal, es la verdad, que demuestra el origen divino de Jesús. Así mismo, sabemos que por ley, y debido a la intervención del mismo ángel, Jesús es hijo de José, sin embargo, la humanidad de Jesucristo es gracias y únicamente por ser hijo de la mujer virgen, y por consiguiente, Jesús es: verdadero hombre y verdadero Dios, y quien lo dio a luz; es sencillamente la única virgen, que es también madre.

Este misterio de riqueza ilimitada, es reflejo del amor de Dios para la humanidad, amor que se manifiesta para el mundo con Jesucristo, quien trae luz y salvación por medio de su eterno Espíritu de paz y unidad, Espíritu que exhorta a los humanos —tornar a Dios y nacer de nuevo—. Y para este propósito, recordar con veneración la actitud de obediencia y humildad de la mujer virgen, elegida por Dios, debe servir a todo cristiano para imitar su actitud, en el cumplimiento y servicio de las enseñanzas de su Hijo; senda para disfrutar las bondades y presencia eterna de Dios.

En diciembre celebramos la navidad. En México y muchos lugares del mundo recuerdan y veneran a la elegida de Dios, a través de hermosas imágenes, que deben ayudar sobre todo a comprender e imitar –la actitud– de la mujer virgen que fue, es y será: madre de Jesús.

¡Feliz Adviento y Navidad!