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CajaLa vida en comunidad es una necesidad humana. Hombre y mujeres desde tiempos muy remotos han emprendido vivir en comunidad para afrontar la vida. En las sociedades más desarrolladas, comunidad, es un vínculo de personas para compartir y poner en común: bienes, trabajo y otros aspectos tanto prácticos como espirituales e intelectuales.
El cristianismo surgió de una comunidad integrada por hombres y mujeres unidos en la fe, oración y misión de seguir a Cristo. Vivían como auténticos hermanos compartiendo todo, y ayudando a los más necesitados. Un día entre las personas allí reunidas, resplandeció el Espíritu de Dios. Ahí inició la comunidad como Iglesia, que animada por el Espíritu Santo, se ha mantenido viva a través de los siglos.
La comunidad que es Iglesia vive y trabaja por la paz y justicia del Reino de Dios. Es un lugar abierto al tiempo, donde las personas que se unen, son llamadas por Cristo para servirle; trabajando y asistiendo uno al otro. En la comunidad que es Iglesia, los hombres y mujeres que la forman, luchan por renunciar a lo superfluo y pasajero; para hacer visible lo invisible: el amor y la misericordia de Dios.
Amar a Dios al prójimo y a uno mismo, es el precepto de Dios que Jesucristo reitera y concreta con su vida. El amor de Cristo no es amor individualista, ni amor tierno y pasajero como el de un cuento con final feliz. No, el amor de Cristo nos señala y enseña sacrificio y dolor, porque los humanos somos imperfectos y estamos sujetos a la muerte. Sin embargo, vivir acorde a la Palabra, amando y compartiendo fraternalmente unos con otros; el Espíritu Santo quien nos da vida y protege: concederá un porvenir celestial.
Jesús dijo:
Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto (Juan 11:25, NTV).
Los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son los que me aman. Y, porque me aman a mí, mi Padre los amará a ellos. Y yo los amaré y me daré a conocer a cada uno de ellos (Juan 14:21, NTV).
Padre, quiero que los que me diste estén conmigo donde yo estoy. Entonces podrán ver toda la gloria que me diste, porque me amaste aun antes de que comenzara el mundo (Juan 17:24, NTV).
Mi reino no es un reino terrenal. Si lo fuera, mis seguidores lucharían para impedir que yo sea entregado a los líderes judíos; pero mi reino no es de este mundo. (Juan 18:36, NTV).
Imagen: Iglesia de Saint-Romain, Île-de-France. Fuente: Wikimedia Commons