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La libertad de expresión bajo amenaza
Desde Nicaragua hasta Finlandia, expresarse de forma valiente es el derecho y deber de los cristianos.
por Paul Coleman y Elyssa Koren
lunes, 10 de marzo de 2025
La madrugada del 19 de agosto de 2022, la policía rodeó la casa del obispo Rolando Álvarez, el prelado católico de Matagalpa, una ciudad en el centro de Nicaragua. Sin una orden de arresto se llevaron al obispo y a otros siete miembros de la iglesia católica. Quince días antes de su arresto ya se mantenía confinado en su casa sin posibilidad de salir, ni siquiera para celebrar la misa en la catedral justo al final de la calle.
Los delitos por los cuales el gobierno acusaba al obispo eran graves. Lo acusaban de socavar la integridad nacional, difundir noticias falsas y ser un traidor del estado. Como evidencia, citaron los sermones de Álvarez donde criticaba la represión bajo el régimen del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega. El obispo había predicado abiertamente sobre la dignidad brindada por Dios a los seres humanos, desafiando las violaciones a esa dignidad contra el pueblo nicaragüense por su propio gobierno.

Policía afuera de la Curia de Matagalpa previene la salida del obispo Rolando Álvarez, agosto de 2022. Fotografía de STR/AFP via Getty Images. Usado con permiso.
La crítica del obispo estaba bien fundada. Tras una protesta pacífica en 2018, el gobierno de Ortega reprimió a los disidentes, matando a trescientas personas, hiriendo a miles y encarcelando a cientos sin cargos. Desde ese entonces, ha atacado a la iglesia católica de manera sistemática, persiguiendo a su clero, monjas, escuelas y medios de comunicación. Sin miedo a predicar la verdad desde el púlpito frente a la creciente represión, Álvarez se convirtió en un líder espiritual para los que sufrían bajo un gobierno empeñado en silenciar la disidencia. Sus críticas estaban fundadas en su fe: “Estos círculos de poder a veces piensan que son los que están a cargo, que son los que deciden sobre el pueblo (…). Nuestra dignidad y nuestra libertad interna provienen de Dios, quien nos ha hecho a su imagen y semejanza, y de su hijo, quien nos ha redimido, y nadie puede quitarnos eso”.
Estas palabras benévolas, pero llenas de verdad, convirtieron al obispo Álvarez en el enemigo público número uno del régimen. En febrero de 2023, tras un juicio apresurado, fue condenado a veintiséis años de prisión, de los que acabó cumpliendo once meses.
Lo que sucede en Nicaragua sigue un patrón familiar: poderes autoritarios no pueden tolerar la proclamación verdadera de la existencia de una autoridad mayor. Por tal motivo dependen de la censura para consolidar el control. Claramente la libertad de expresión es un antídoto esencial frente al totalitarismo, particularmente para los cristianos, porque la proclamación de las buenas nuevas requiere expresarnos. Sin la posibilidad de hablar libremente, no podemos compartir la esperanza de los Evangelios. Los seguidores de Jesús tienen el deber de compartir los Evangelios con el mundo, y como todas las personas, el derecho a hablar y vivir según sus creencias. En términos prácticos, sin libertad de expresión es imposible interactuar con otras personas sobre asuntos importantes no solo para los cristianos, sino para toda la sociedad. Tratar temas claves en nuestro tiempo depende de nuestra posibilidad de decir la verdad con valentía y de forma abierta, en un mundo donde muchos no saben por quién fueron creados y por qué.
En una sociedad libre, cada persona tiene el derecho de comunicar pacíficamente sus creencias y debería extender un respeto reciproco por los demás tolerando el desacuerdo amigable. Esto sienta las bases para una cultura de dialogo robusto, vital para salvaguardar la democracia y la coexistencia pacifica de diversos puntos de vista. El derecho internacional consagra estos derechos fundamentales, enfatizando que la libertad de expresión es un derecho humano ampliamente protegido y esencial para la realización de otros derechos humanos.
La fe cristiana se basa en principios fundamentales de dignidad y justicia, fundamentalmente incompatible con la deshumanización y la represión que caracterizan a los regímenes opresivos. Los gobiernos despóticos tratarán de presionar y limitar o manipular a la Iglesia mientras ofrezca una visión de la humanidad contraria a la tiranía.

Päivi Räsänen conversa con los medios después de comparecer ante la Suprema Corte de Finlandia, 2019. Fotografía cortesía de ADF International.
Las instituciones religiosas, como la iglesia católica en Nicaragua, también tienen una influencia temporal significativa sobre sus creyentes, lo cual gobiernos que buscan consolidar el control total pueden percibir como una amenaza, en la medida que los creyentes sigan los dictámenes de su fe y las enseñanzas de sus lideres religiosos. Aún más importante, los adeptos religiosos ponen sus ojos en Dios como autoridad última, y aunque esto no necesariamente niega una autoridad terrenal justa, crea una incompatibilidad fundamental entre los cristianos y un Estado tiránico.
Las enseñanzas cristianas suelen confrontar con las ideologías seculares del estado. Si un gobierno intenta utilizar su autoridad para impulsar determinadas ideologías contemporáneas, es probable que se encuentre en oposición al cristianismo, que sostiene una visión inmutable de la verdad y la moralidad que no da cabida a programas basados en la falsedad. El estado también podría buscar la promoción de una identidad homogénea, rechazando la expansión del cristianismo donde una religión o ideología nacional ya existe.
La llamada a la acción para todos, en particular para los cristianos de hoy, es defender con firmeza la libertad de expresión y vivir nuestras convicciones dondequiera que nos encontremos. Desde luego, la censura es distinta según el país. Donde los cristianos son minoría las consecuencias son generalmente severas, hasta suponiendo un riesgo de vida. El poder censurador del estado es más suave en países occidentales. Pero el deseo de suprimir la fe para consolidar el control es lo que une a los oponentes del cristianismo en el mundo entero.
En junio de 2019 Päivi Räsänen, una integrante del parlamento finlandés, doctora y abuela abnegada, publicó en redes sociales un versículo de la Biblia, Romanos 1:24-27, desafiando la decisión de su iglesia de participar en un evento del Orgullo en Helsinki. “Quería ejercitar mi derecho básico de libertad de expresión”, dijo Räsänen, “para preguntar públicamente como conciliaban sus actividades con las enseñanzas bíblicas”.
Su publicación desató la ira de las autoridades finlandesas. En los siguientes días se enfrentó a horas de investigaciones policiales y dos juicios penales. Actualmente se está preparando para enfrentarse a la Suprema Corte de Finlandia en defensa de su derecho humano básico de hablar libremente como cristiana.
Sus juicios estuvieron salpicados de preguntas teológicas, ahondando en los entramados de la interpretación de las escrituras. En un momento, el fiscal del estado le preguntó vigorosamente si era posible realmente separar el pecado del pecador, un principio fundamental de la fe cristiana, y difícilmente un tema del estado.
“No podía creer que estaba sentada en un tribunal donde la fiscalía discutía la interpretación de pasajes de la Biblia”, alegaba Räsänen. Afortunadamente la razón prevaleció y con una absolución unánime en el tribunal inferior, que sostuvo que “no corresponde al tribunal de distrito interpretar conceptos bíblicos”. Räsänen tuvo nuevamente una absolución unánime en la apelación, pero mientras el caso se cierne ante la Suprema Corte, el hecho es que esto está ocurriendo en un mundo “libre”. Aun si la absuelven, la acusación de Räsänen envía un mensaje inconfundible: atrévete a compartir puntos de vista opuestos a las ortodoxias actuales y podrás ser juzgado como criminal. Las creencias cristianas, ya sean publicadas o simplemente pensadas, representan una amenaza existencial a los que buscan obtener el poder y el control mediante una extralimitación autoritaria.
Frecuentemente la tarea imperante de los cristianos actuales es simplemente decir la verdad. Como dijo Aleksandr Solzhenitsyn, quien sufrió siete años de persecución soviética: “El paso simple de un individuo valiente es no participar en la mentira. Una palabra verdadera pesa más que el mundo”. Deberíamos embanderar la libertad de expresión con valentía, sabiendo que con esto ayudamos a crear un mundo donde todos puedan experimentar el poder vital del Evangelio. Hoy es el tiempo de defender el derecho de cada persona de vivir y hablar la verdad. Las escrituras nos recuerdan el poder de la verdad y la necesidad de decirla con valentía: “Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad.” (2 Corintios 13:8)

Obispo Rolando Álvarez. Fotografía de Maynor Valenzuela, Reuters / OSV News. Usado con permiso.
Aun en una era de libertades fracturadas e ideologías opresivas, los cristianos deben seguir articulando una visión positiva para la humanidad, una visión del mundo donde cada persona es valorada y las libertades fundamentales son altamente estimadas. Esta es la visión que establecen las escrituras. Son las buenas nuevas que le dan vida a todos los que las escuchan. El mensaje cristiano, compartido de forma libre y abierta, tiene el poder de transformar sociedades en lugares de paz y crecimiento.
El 15 de enero de 2024 el Obispo Álvarez fue liberado como resultado de presión internacional. Aunque fue afortunado de librarse de dos décadas de encarcelamiento, ahora vive en el exilio en el Vaticano y no puede vivir libremente como prelado católico en Nicaragua. Por el momento permanece desterrado de su tierra, y los católicos son privados de su liderazgo espiritual. A pesar de esto, ha ofrecido un testimonio firme de esperanza cristiana: “Tenemos que responder al odio con amor, desolación con esperanza y al miedo con la firmeza y el coraje dado a nosotros por Cristo glorioso y resucitado”.
Como ejemplifica el mensaje del Obispo Álvarez, los cristianos somos, al fin y al cabo, definidos por donde ponemos nuestra esperanza: no en este mundo, pero en Cristo. Junto con los muchos que siguen a Cristo en lugares de extrema persecución, no perdemos de vista el largo plazo: defender con vigilancia y alegría el derecho a vivir y decir la verdad para que todos tengan la oportunidad de conocer el poder salvador eterno del Evangelio.
Traducción de Micaela Verdecanna Zeballos