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Lernvergnügenstag: Un día para disfrutar el aprendizaje
Una vez al año les enseño a mis estudiantes lo que a mí me inspira.
por Patrick Tomassi
lunes, 31 de marzo de 2025
“El conocimiento empieza con el asombro.” —Socrates
“A lo largo de mi vida, los nuevos paisajes de la naturaleza me hacían regocijar como un niño.” —Marie Curie
Cuando los estudiantes llegaron a la escuela una primavera hace unos años, y encontraron una estructura de madera de varios niveles construida en medio del patio, supieron que algo estaba sucediendo. Empezó con susurros, pero pronto hubo gritos y declaraciones: “¡Es Lernvergnügenstag, lo sabía!” Había pasado gran parte del fin de semana en la escuela con mi sierra de inglete y mi destornillador de impacto construyendo esta extraña creación. Incluso se me había ocurrido una explicación medio convincente, tratando de mantener la sorpresa tanto como fuera posible.

Arcos en la Sagrada Família, Barcelona, España. Fotografía de ronnybas / Alamy Stock Photo. Usado con permiso.
Aunque los estudiantes no tenían idea de, para qué era la misteriosa estructura en el patio, tenían razón: hoy era el tan esperado Lernvergnügenstag (Palabra alemana que significa “día para disfrutar el aprendizaje”), una tradición anual en Trinity Academy, Portland, el pequeño colegio cristiano de secundaria donde enseño. Durante varios meses, los profesores se habían estado preparando en secreto, organizando presentaciones y actividades para explorar los temas que les fascinaban, desde disecciones de calamares hasta los Rollos del Mar Muerto, cantos siríacos hasta la obra de Antoni Gaudí. Resultó que Gaudí estaba detrás de la misteriosa estructura que había construido.
Ocho años atrás, como ingeniero mecánico recién graduado en una crisis vocacional, volé a España para hacer el Camino de Santiago de Compostela, una peregrinación de ochocientos kilómetros a la tumba del apóstol Santiago el más grande en Santiago de Compostela. Antes de empezar la caminata de un mes, fui a Barcelona a visitar la Sagrada Familia, la obra maestra incompleta de Antoni Gaudí. Mientras estaba en la nave central de la iglesia, maravillado ante sus columnas blancas ramificadas y su techo en forma de copa de árbol, tuve un pensamiento: en cinco años de ingeniería, nunca me había interesado tanto en la ingeniería y la física como en ese momento. ¿Cómo se le ocurrió esto?, me preguntaba. ¿Por qué?
Las preguntas continuaron surgiendo, primero mientras recorría la catedral y, luego, en el museo de la parte inferior. Allí vi algo que hizo explotar mi cerebro: los elaborados modelos de cuerdas invertidas que Gaudí había utilizado para diseñar la parte superior de la catedral. El arquitecto había tomado la antigua idea de la catenaria, una cadena colgante que, al invertirse, proporciona la forma ideal para un arco de piedra, y la había extendido, reemplazando la cadena con cuerdas pesadas, añadiendo peso para representar torres y colgando catenarias de cuerdas entre sí.

Los estudiantes del autora usan una catenaria en el diseño arquitectónico. Fotografía cortesía de Patrick Tomassi.
La idea fundamental de una catenaria es que cuando una cadena se hunde por su propio peso, forma una curva en la que se equilibran las fuerzas de tensión sobre eslabones. Cada eslabón sostiene perfectamente los eslabones inferiores y transfiere fuerza a los superiores. En un arco de piedra, la curva se invierte y las fuerzas de tensión se convierten en fuerzas de compresión, pero la forma ideal sigue siendo idéntica.
En la catenaria modificada de Gaudí, esta idea se mantuvo; sin embargo, ahora las catenarias se podrían usar para diseñar estructuras más complejas. El método de diseño de Gaudí le permitió evitar cálculos abrumadores y construir estructuras que nadie antes de él había imaginado. Este fue siempre el método de Gaudí: observar la naturaleza de cerca y permitirle que le enseñe sus formas. Él decía: “Nada es inventado porque ya está escrito en la naturaleza”. Sus diseños de techos y sistemas de drenaje, arcos y bóvedas, torres y columnas, reflejan esta admiración por el mundo natural y su comprensión del maravilloso diseño que lo caracteriza.
Mientras que caminaba por el Camino durante las siguientes semanas, se hizo evidente cuán profundamente me había afectado la Sagrada Familia. Mi diario y álbum de fotos del viaje están llenos de bocetos y fotos de plantas, principalmente cardos y flores silvestres y, edificios de piedra. Al seguir a Gaudí, había empezado a ver el mundo que me rodeaba con nuevos ojos.
Dos semanas después de comenzar la peregrinación, recibí un correo electrónico del rector de la pequeña escuela cristiana a la que asistía mi hermana menor en Portland, preguntándome si estaría interesado en enseñar cálculo y ciencias. Soy ingeniero, empecé a escribir en mi respuesta, sin experiencia en educación. El correo incluía un archivo adjunto describiendo la filosofía de la escuela; empezaba con una cita de Sócrates: “El conocimiento empieza en el asombro” y continuaba diciendo que el principal trabajo de un maestro es cultivar el sentido de asombro en los estudiantes. Mi mente volvió a la nave de la Sagrada Familia. ¿Podría consistir la enseñanza en transmitir la experiencia de asombro que tuve allí? Tuve la entrevista de trabajo la mañana después de que volví a casa y empecé a dar clases una semana después. Mi plan era intentarlo durante un año; sin embargo, no he vuelto a la ingeniería.

El autor explica la ingeniera arquitectónica a sus estudiantes. Fotografía cortesía de Patrick Tomassi.
Desde mi visita a la Sagrada Familia, siempre había querido intentar el enfoque de diseño en catenaria de Gaudí y mostrárselo a mis estudiantes. Así que hace dos años ofrecí una sesión llamada “Diseño de un edificio al revés”. Después de una breve presentación sobre Gaudí y su enfoque, los estudiantes y yo nos paramos debajo de la estructura que había construido y le atamos cadenas y cuerdas a su techo de tablero de clavijas. Diseñamos arcos y bóvedas y vimos cómo sus formas cambiaban naturalmente a medida que le agregábamos más cadenas. De vez en cuando tomaba una foto y la volteaba para que los estudiantes pudieran ver cómo se vería la estructura si se construyera. Era imposible seguir el ritmo de las preguntas e ideas de los estudiantes. Pronto, mis estudiantes de física me pidieron que dejara la estructura en pie durante algunos días para que pudiéramos usarla en clase, a lo que accedí con gusto.
(y tratan de averiguar cuándo tendrá lugar). Y cuando se les pregunta a los exalumnos sobre sus experiencias más memorables en la escuela, con frecuencia es lo primero que mencionan. Algunas veces me pregunto si son conscientes del verdadero secreto del “día” no nos preocupa si dominan la impresión en blackout de linóleo o la arquitectura invertida; al invitarlos a participar en actividades que les fascinaban a sus maestros, pretendemos que su amor por el aprendizaje se profundice, una experiencia que permanecerá en ellos incluso después de que las lecciones particulares se desvanezcan.
Traducción de Clara Beltrán