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CajaUn negocio cristiano, ¿es un oxímoron*?
Una entrevista a John Rhodes
por John Rhodes
lunes, 15 de junio de 2020
«De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades.»
El eslogan de Marx suena irremediablemente utópico como estrategia empresarial. ¿Pero lo es? Durante décadas las comunidades del Bruderhof han operado exitosamente empresas con este lema. Plough entrevistó a John Rhodes, quien dirigió estas empresas durante veinte años, sobre los detalles prácticos de administrar una compañía comunitaria.
Plough: Cuéntanos un poco sobre las empresas del Bruderhof.
John Rhodes: Community Playthings ha estado fabricando juguetes de madera y mobiliario escolar desde 1947. Hace cuarenta años, lanzó una línea de equipos terapéuticos para niños con discapacidades, que ahora se llama Rifton Equipment. Estas dos empresas proporcionan los medios de vida para más de tres mil adultos y niños que viven en veinticinco comunidades del Bruderhof en todo el mundo. Sostienen las escuelas del Bruderhof, su extensión y sus publicaciones, incluyendo la revista Plough. Y hacen posible la labor humanitaria del Bruderhof, ayudando localmente, respondiendo a desastres naturales, y contribuyendo con recursos humanos y monetarios en organizaciones como Samaritan’s Purse y Save the Children.
Pero lo que es realmente inusual en estas empresas es que, aunque vendan sus productos, internamente se administran de manera comunitaria. No hay gerentes ni empleados, y todos reciben el mismo pago: nada. Vemos nuestro trabajo como nuestra contribución a una vida en la que compartimos todo como lo hicieron los primeros cristianos.
¿Eso las convierte en una forma verdaderamente cristiana de hacer negocios?
No, no es así. Por lo menos, esa es la respuesta que siempre daba Tom Potts, mi mentor y predecesor. Tom provenía de una familia cuáquera de Filadelfia y había dirigido una empresa de acero antes de unirse al Bruderhof. La gente le preguntaba: «¿Cómo administran una empresa cristiana?» Tom siempre respondía: «No lo hacemos. Una empresa cristiana es un oxímoron. Cuando el reino de Dios venga a la tierra, no habrá necesidad de hacer dinero ni negocios».
Hasta cierto punto, operamos como cualquier otra empresa. Escogemos un mercado y encontramos una necesidad insatisfecha. Diseñamos un producto para responder a esa necesidad y lo comercializamos de manera que nos cueste menos de lo que la gente está dispuesta a pagar.
La diferencia es el contexto detrás del negocio: una vida de hermandad. Se trata de hermanos y hermanas trabajando juntos por una convicción común, ¡y divirtiéndose mucho!
¿Esto es socialismo?
Algunos podrían llamarlo así, pero no creo en el control estatal de la economía. La pregunta correcta es: «¿Cómo sería una economía de amor?». Nosotros tratamos de vivir de tal manera que nuestra vida responda a esta pregunta.
Trabajo significativo para todos
Entonces ¿cómo se es un trabajador en este tipo de empresa?
La mayoría de las empresas buscan maximizar los ingresos y minimizar el número de empleados. Nuestra tarea es encontrar la variedad adecuada de trabajo para que todos puedan contribuir significativamente, mientras generamos ingresos suficientes para mantener y desarrollar la comunidad. En nuestros talleres hay trabajo para todos: ancianos y jóvenes, hombres y mujeres, visitantes o miembros de mucho tiempo, con habilidades o sin ellas, con buenas condiciones físicas o con discapacidades, para los que se espera que lleguen o para los que llegan sin previo aviso. Eres bienvenido y hay un lugar para que trabajes.
Todos reciben el mismo pago: nada.
Aunque no exista tal cosa como una empresa cristiana, sí existe el trabajo cristiano, o más bien, el trabajo es una buena parte de ser humano. Sería presuntuoso decir cómo será el reino de Dios, pero creo que allí todavía existirá el trabajo. Trabajaremos para servir a los demás. Así que el trabajo en el Bruderhof modela el trabajo del reino futuro. Nuestro trabajo es una expresión de la comunidad fraternal y sororal a la que somos llamados. Hay que admitir que poner una tuerca en un tornillo puede que no tenga mucho sentido. Pero si se hace en un espíritu de amor, adquiere significado.
En nuestros talleres, podrás ver personas mayores haciendo trabajos físicamente más fáciles en una área más tranquila. Intencionalmente realizamos trabajos que podrían ser subcontratados o automatizados, porque cuando una persona de ochenta años viene al taller, quiere aportar un día de trabajo significativo que realmente contribuya a la misión de la comunidad.
La frase «la tragedia de los bienes comunes», que se refiere al abuso o al descuido de los recursos compartidos, se usa para desacreditar las formas comunales de vivir y trabajar juntos. ¿Eso es un problema?
Es un problema real. Si todos son los dueños de algo, entonces nadie es el dueño, y las cosas no siempre se cuidan. Pero la propiedad privada también ha producido malos frutos: tan pronto como tienes algo, tienes que protegerlo, entonces se produce desigualdad, envidia, robo y guerra.
Una de las críticas legítimas lanzadas contra el socialismo es que cuando se elimina la propiedad privada, la gente no está motivada a trabajar. ¿Por qué debería poner mi mayor esfuerzo si al final todos reciben el mismo pago? Pero en realidad, el dinero es un motivador sorprendentemente pobre. Un motivador mucho más fuerte es el propósito. La motivación en nuestro contexto no proviene de mandatos gubernamentales o del interés económico personal, proviene de nuestro llamado a vivir en comunidad.
Otro motivador para la gente es el estatus ¿verdad?
Eso podría ser generalmente cierto. Pero nosotros no nos definimos por el tipo de trabajo que realizamos. Si tu trabajo tiene un salario desigual, entonces es más fácil pensar que algunas personas son «más valiosas». Pero para nosotros la persona que programa una computadora no tiene más valor que alguien que pone una manija o atornilla las piezas.
Luego está la cuestión de los jefes. Incluso en un restaurante de comida rápida, si tienes una posición de gerente quizá no ganes mucho más que los que cocinan las hamburguesas, pero al menos puedes darles órdenes. Eso es algo que realmente no existe entre nosotros.
Jesús dice que la gente de este mundo se enseñorea de los demás, pero no debería ser así entre nosotros. Si entras en nuestro taller no podrás identificar con facilidad quién es el encargado. Sí, el trabajo tiene que hacerse, pero estamos juntos en eso. Si la persona a la que se le pidió ser responsable por el taller fuera autoritaria o insensible, le daríamos otro trabajo. Y así es como hacemos nuestro trabajo en toda la comunidad; las cosas no son diferentes solo porque esta es la parte de nuestro trabajo que genera ingresos.
La comunidad es primero
¿Los imperativos de la empresa chocan alguna vez con las necesidades de la comunidad?
Muchas veces en nuestro negocio hemos tomado una dirección que no era una buena decisión empresarial, pero era una buena decisión para la comunidad. Por ejemplo, en los primeros tiempos de Community Playthings distribuimos nuestros productos a través de cientos de distribuidores de artículos escolares, ofreciéndoles descuentos. Fue como añadir quinientos vendedores a nuestro equipo.
Más o menos una década después de haber comenzado el negocio, nos estábamos sobrecargando. Teníamos seis meses de retraso en el cumplimiento de los pedidos. El negocio estaba presionando a la comunidad. Y hubo resistencia: después de hablarlo en una reunión, la comunidad decidió que Tom, mi predecesor, necesitaba reducir la producción del negocio. Esto fue difícil; el crecimiento es la evolución natural de un negocio. Y en ese tiempo necesitábamos mucho el dinero que aportaban esos pedidos.
Cualquier empresa normal contrataría más gente, construiría más fábricas, y aprovecharía el auge de esa ola de crecimiento. Pero nosotros no contratamos trabajadores. Desde un punto de vista empresarial, lo peor que podíamos hacer era quitarles el descuento a los distribuidores. Tom me dijo que fue la decisión empresarial más difícil que tuvo que tomar. Pero lo hizo a petición de la comunidad. El negocio sufrió un gran impacto, pero también se recuperó y creció de una manera que servía a las necesidades de la comunidad en lugar de succionarle la vida.
Esta es una manera en la que luchamos contra mammona, el poder del dinero. Buscamos la eficiencia en nuestros talleres, pero hay un límite. Cuando llegamos a ese límite, disminuimos la demanda de los que trabajan. Eliminamos una entrega de catálogos por correo, quitamos productos o subimos los precios.
La comunidad del Bruderhof le da un valor muy alto a la espontaneidad y a ser guiados por el Espíritu. ¿Alguna vez eso entra en conflicto con una buena planificación de la empresa?
Nos hemos topado repetidamente con la cuestión de la excesiva organización. Una empresa necesita orden, pero si estamos muertos internamente entonces este orden se convierte en pura organización burocrática que adquiere vida por sí misma, aplastando el sentido de fraternidad en nuestro trabajo y dominando nuestra vida.
El dinero es un motivador sorprendentemente pobre.
La mayoría de las personas responsables por un negocio tienen control sobre dos cosas importantes: recursos humanos y recursos financieros. Yo no tenía control sobre ninguno de los dos. Si la comunidad decide que mi gerente de operaciones es necesario para el trabajo de la misión en el extranjero, él se va y yo tengo que ver qué hago. No puedo ir y contratar a nadie más. Por la misma razón, tampoco puedo despedir a nadie. Si hay un problema, puede ser necesario un cambio de puesto de trabajo, pero todavía seguimos comprometidos a vivir y trabajar juntos. Así que si hay algo entre nosotros personalmente, tenemos que resolverlo.
O bien puedo ir a la comunidad y decir que nos gustaría comprar una pieza de equipo. La comunidad puede decir, bueno, hubo un ciclón en Bangladesh y acabamos de donar mucho dinero, así que no en este año. Y decimos que está bien.
A menudo, si tenemos que cumplir con un pedido grande, los miembros que normalmente hacen otros trabajos, en la granja, en la clínica médica, o en las publicaciones de Plough, vendrán a ayudar a la fábrica. En otras ocasiones, digamos si hay que recoger una cosecha o apoyar un evento del vecindario, los que trabajan en la fábrica saldrán para ayudar. Y a veces toda la comunidad interrumpe el trabajo y otras actividades para organizar una comida al aire libre o un juego de pelota. En ocasiones como esas, se puede pensar que va a ser difícil terminar el trabajo. Pero eso evita que el negocio se convierta en una máquina de hacer dinero que consuma todas las energías de la comunidad.
¿Cómo se da el equilibrio entre el trabajo y la vida en el contexto de la comunidad?
Tenemos estrictas normas comunitarias para mantener el trabajo en su lugar. Nos vamos a casa a las cinco de la tarde. Los padres dejarán el trabajo si hay un evento escolar. Y nadie lleva a casa la computadora portátil para revisar su correo electrónico mientras sus hijos estén en casa.
Con demasiada frecuencia las personas se dividen en compartimientos. Su vida laboral está aquí, y su vida familiar allí, su vida espiritual en un lado y su vida social en otro. Pero todo lo que hacemos es un conjunto indivisible. Vivo la vida de hermandad ya sea que esté en la fábrica, en casa o en la escuela. El trabajo en la empresa no es tan importante como para tener que arrastrarlo a todo lo demás que hago.
Nosotros decimos que todo lo que es bueno para la comunidad será bueno para la empresa. Y esto es importante porque el dinero tiene un poder propio. No puedes servir a Dios y al dinero. Así que nosotros servimos a Dios y utilizamos el dinero; el dinero siempre debe estar subordinado a la causa por la que vivimos.
Interactuar con el capitalismo
¿Existe algún conflicto entre esta cultura interna y la necesidad de sobrevivir en la economía de mercado?
Por supuesto; vivimos en un entorno capitalista. Aun así, tratamos de aportar lo mejor de nuestra perspectiva de vida en este entorno, en lugar de dejar que nos influya. Así que, por ejemplo, en nuestro trabajo de ventas no enviamos mucho a personas para eso. Queremos estar juntos, no queremos que padres y madres estén lejos de sus hijos como parte regular de su trabajo. Eso significa que trabajamos básicamente por medio de la comunicación telefónica y digital.
La mayoría de los miembros del Bruderhof no tienen la destreza social de convencer a la gente para gastar su dinero. Pero se sienten cómodos relacionándose con las personas. Los mercados en los que estamos, educación y cuidado de la salud, son predominante orientados hacia los niños. Amamos a los niños y tenemos muchos en nuestras comunidades. Nuestros juguetes fueron diseñados por padres y madres que hacían cosas para sus propios hijos.
Cuando nuestros miembros hablan con personas por teléfono, les hablan como seres humanos, no como clientes potenciales. Podemos encontrarnos con una madre que ha tenido que luchar toda su vida por su hijo con discapacidades, así que instintivamente desde el principio puede ser combativa. La escuchamos. Muy pronto se da cuenta de que en realidad estamos de su lado. Estos son principios universales de cómo la gente debe tratar a los demás. Otras personas no siempre están motivadas por el dinero. Nos conectamos con la gente de una manera que afirma su dignidad y humanidad, y entonces la cuestión del dinero se resuelve por sí misma.
En nuestra economía capitalista, la tecnología hace posible que menos trabajadores sean más productivos. ¿Cómo ustedes lidian con tal dinámica?
Nos centramos en su efecto interno. Tenemos que balancear la eficiencia con el cumplimiento de los requisitos laborales de la comunidad. Un visitante puede entrar en nuestro taller y ser productivo después de unos minutos de capacitación y no necesita sentirse intimidado por una maquinaria compleja. Somos lentos para automatizar un proceso.
La tecnología a menudo tiende a servir contra la comunidad. Por ejemplo, una vez tuvimos que cavar una zanja de unos treinta metros de largo entre dos edificios. Una persona podría haber cavado fácilmente esa zanja con una excavadora en una hora. Pero nosotros reunimos a veinticinco hermanos con picos y palas. Probablemente nos llevó el doble de tiempo, pero fue una gran experiencia comunitaria y disfrutamos de estar juntos. Wendell Berry habla de circunstancias demandantes, de cómo la tecnología a menudo elimina la demanda y hace nuestras vidas más cómodas, lo que va en contra de nuestro carácter y nos hace flojos. Obviamente, tenemos que encontrar el balance apropiado; no es que no usemos la tecnología, sino que tratamos de usarla con sabiduría.
En los últimos años las compañías más grandes del mundo también han descubierto el valor comercial de la «comunidad» y el «trabajo en equipo», para sacar el máximo provecho de sus empleados. ¿Hay alguna diferencia entre lo que describes y las prácticas de gestión de una compañía del Silicon Valley?
El uso del trabajo en equipo como un principio empresarial es algo artificial. Nosotros trabajamos juntos porque nos amamos unos a otros y disfrutamos estar juntos. Es más que trabajo en equipo; es una relación con hermanos y hermanas. Y debido a esto, trabajar con los conflictos es vital. Si dos personas tienen un desacuerdo, el trabajo se detendrá hasta que se haya resuelto porque la relación es más importante.
Rechazamos la idea de la obsolescencia planificada.
Lo que realmente destruye las relaciones es la murmuración. Ser sincero es la mejor manera para forjar amistades profundas. Y en todas estas cosas, vivir rectamente termina siendo mejor también para el negocio: las tensiones reducen la productividad; acabas con rencores y contiendas territoriales, y todo se arruina.
Un amigo que es propietario de un negocio una vez me dijo que el Bruderhof combina los mejores aspectos del socialismo —igualdad, hermandad, trabajo significativo para todos—, con los mejores aspectos del capitalismo, especialmente el espíritu emprendedor, la creatividad y una fuerte ética de trabajo.
La gente es creativa por naturaleza. Cuando se liberan de las tensiones laborales y de la preocupación por el dinero, son libres de ser quienes son. Por ejemplo, incluso en tu área de un taller de producción puedes ser creativo en términos de hacer mejoras o cambios.
Si todo el trabajo es significativo, entonces desarrollarse no significa subir la escalera corporativa. En lugar de eso, tenemos la ambición de servir. ¿Cómo puedo hacer más que una contribución? Hay cientos de tareas diferentes, y también trabajos y pasatiempos además del negocio. Siempre existe la oportunidad de aprender más, no de manera egoísta sino para poder contribuir y servir mejor. Eso fomenta la creatividad y el espíritu emprendedor.
¿Para qué sirve el dinero?
Los negocios del Bruderhof son exitosos. ¿ Cuáles son sus desafíos?
Uno de los desafíos de administrar una empresa comunitaria es que puede funcionar muy bien. Muchas ordenes monásticas han luchado con esto. El éxito puede plantear un desafío a nuestra vida interior. Podemos volvernos derrochadores, egoístas, o comenzar a acumular cosas para nosotros mismos. Podemos volvernos orgullosos porque pensamos que todo esto es nuestro propio logro. Podemos depender menos de Dios. Es muy importante que agradezcamos a Dios cada día por darnos nuestro pan diario. La gratitud nos ayuda a evitar algunos de los peligros internos por el exceso de ingresos.
Una pregunta importante es qué hacer con los ingresos. El dinero no nos pertenece: le pertenece a Dios y tenemos que usarlo para sus propósitos. Si lo usamos para emplumar nuestro propio nido, eso es pecado. Hemos elegido la pobreza voluntaria y no queremos acumular bienes para nosotros mismos. Así que en realidad no disponemos de mucho dinero en efectivo a menos que estemos preparando una reserva para un proyecto mayor, como la compra de una propiedad para una nueva comunidad. En general, cuando tenemos fondos extras, los donamos.
Sí, ganar dinero en la economía de mercado es hasta cierto punto un compromiso. Si eso empieza a afectar nuestra vida en comunidad, tenemos que reconocer estas cosas bastante pronto y tomar medidas contra ellas. Porque debido a nuestra naturaleza caída, siempre habrá alguna tendencia al egoísmo. Pero lo reconocemos como el enemigo y por ello estamos constantemente en guardia para ayudarnos unos a otros a mantenernos fieles a esa visión.
Hace algunos años en el taller de carpintería, un hermano mayor llamado Josef Stängl se me acercó con una pieza de madera que había sacado de la basura. Me la dio y me dijo: «Eberhard [Arnold, el cofundador del Bruderhof] nunca hubiera permitido tirar esto». La madera tenía un defecto; alguien había decidido que implicaría mucho trabajo repararla. Desde un punto de vista económico, la pieza debería tirarse. El tiempo que llevaría hacer la pieza útil sería más «costoso» que reemplazarla con una pieza de madera mejor. Pero Josef también tenía razón. Tenía una actitud de mayordomía por los bienes de la creación. ¿Qué actitud le estábamos transmitiendo a la próxima generación al tirar esta pieza de madera? No es que todas las piezas de madera puedan rescatarse, pero hay mucho de lo que se produce en el mundo de hoy que se desperdicia, incluso por diseño. Nosotros rechazamos la idea de la obsolescencia planificada. Nuestros productos generalmente duran décadas, a pesar del uso continuo en el ambiente de una guardería.
¿Qué papel tiene la fe en la planificación de su empresa?
Es muy extraordinario que estas empresas hayan durado casi setenta años. Lo vemos como un don de Dios, no como el resultado de nuestra propia planificación y realizaciones. A menudo parecía como si simplemente nos esforzábamos y tomábamos decisiones que resultaron bien, aunque realmente no sabíamos que sería así. Pero, si siempre tomamos la actitud de que lo mejor para la comunidad y para las almas de las personas al final será mejor para el negocio, Dios tendrá cuidado de nosotros. Nosotros confiamos en eso y oramos cada día por nuestro pan diario. Sentimos que la vida que se nos ha planteado proviene directamente del Nuevo Testamento, de las palabras y la vida de Jesús. Tenemos confianza en que si seguimos este curso y nos ayudamos unos a otros, no tenemos que preocuparnos por el futuro.
Entrevista de Peter Mommsen, el 1 de mayo de 2019.
Traducción de Raúl Serradell
*oxímoron: Combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido.
John Rhodes es director de desarrollo de Community Playthings y Rifton Equipment.