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CajaPlough: Usted ha sido descrito como uno de los ensayistas y críticos más prominentes de China (New York Review of Books). Sin embargo, sus libros ahora están en la lista negra en China, y ha estado viviendo en Estados Unidos desde 2012. ¿Qué fue lo le hizo buscar asilo político en el extranjero?
Yu Jie: El 8 de octubre de 2010, se anunció que Liu Xiaobo, el escritor disidente chino, había sido elegido para recibir el Premio Nobel de la Paz. En ese momento, él estaba en prisión cumpliendo una condena de once años por incitar a la subversión [murió en la cárcel en julio de 2017]. Las autoridades sabían que Liu y yo éramos buenos amigos, nos conocíamos desde hacía doce años y yo estaba escribiendo su biografía. Inmediatamente después de ese anuncio, a mi esposa Liu Min y a mí nos pusieron bajo arresto domiciliario.
La ceremonia para otorgar a Liu el Premio Nobel de la Paz en ausencia fue el 10 de diciembre. El día anterior fue el peor día de mi vida. Agentes de la policía secreta, en ropa de civil, me secuestraron de mi casa, me cubrieron la cabeza con una capucha negra y me llevaron a un centro de detención. Me torturaron casi hasta la muerte durante seis horas. Me dijeron: «Si nuestro superior da la orden, cavaremos un hoyo y te enterraremos vivo». Me desnudaron por completo y me golpearon terriblemente mientras me tomaban fotos. Después me torcieron los dedos, uno por uno, diciendo que me quebrarían los dedos que había usado para escribir en contra del partido comunista. Finalmente, perdí el conocimiento.
El primer hospital al que me llevaron se negó a atenderme. Entonces me llevaron a otro hospital más especializado, donde los médicos me dijeron que si la tortura hubiera seguido otra media hora, no habría sobrevivido.
¿Recuerdas lo que estabas pensando durante el interrogatorio?
Antes de perder el conocimiento oré a Dios en mi corazón. Con claridad sentí su presencia y la certeza: sin el permiso de Dios, no puede caer un solo pelo de mi cabeza. También me vinieron estas palabras: «No temas a los que matan el cuerpo, pues no pueden matar el alma». Estas dos promesas de Jesús fueron mi oración.
Después de mi secuestro y tortura, mi esposa todavía seguía bajo arresto domiciliario. Cortaron todas las líneas telefónicas y la internet, y por cinco días ella no tuvo manera de averiguar dónde me encontraba. Estaba tan angustiada que perdió la mitad de su cabello. Afortunadamente, por providencia divina, habíamos enviado poco antes a nuestro hijo de dos años a visitar a sus abuelos, así que se salvó de esta experiencia.
Luego de mi arresto y tortura, trataron de sobornarme; me ofrecieron que si dejaba de criticar al régimen me darían una plataforma para escribir literatura popular, y me haría rico.
Incluso después de mi liberación, continuaron los períodos de acoso y arresto domiciliario. No podía ir a la iglesia ni participar en un estudio bíblico, fui separado totalmente de mis hermanos y hermanas cristianos. Miré a mi hijo a los ojos y me pregunté qué clase de padre podría ser para él si nos quedábamos en China en esa situación imposible. Y por eso en enero de 2012 nos venimos a los Estados Unidos.
Tú no fuiste criado como cristiano. ¿Hubo influencias en tu infancia y juventud que sentaron las bases para tu conversión posterior?
Nací en la ciudad de Chengdu en la provincia de Sichuan, una hermosa región montañosa con una larga historia de resistencia al poder imperial de Beijing. Así que desde el comienzo de mi vida he bebido en una aversión hacia el poder centralizado.
Mi padre es un ingeniero. Su pensamiento y estilo de vida eran bastante occidentalizados, incluso cuando era niño me trataba como a un igual. En una cultura de confucianismo que enfatiza la jerarquía, esto era raro.
El momento de mi despertar político llegó cuando tenía dieciséis años y asistía a la escuela preuniversitaria. Todavía recuerdo cuando escuché las noticias del genocidio masivo de los estudiantes que protestaban en la Plaza de Tiananmen en Beijing. Ese día, el 4 de junio de 1989, marcó un punto de inflexión para mí, comencé a darme cuenta de la verdadera naturaleza del régimen comunista. Nunca más volvería a creer en sus mentiras.
Tres años después, llegué a Beijing como estudiante de la Universidad de Pekín, la institución de educación superior más antigua y selectiva de China. Estudié ahí durante ocho años, obteniendo una maestría. Pero mucho más importante para mí que mi educación formal fueron mis estudios independientes en la biblioteca. Gracias a un amigable bibliotecario que eludió las reglas, tuve acceso a libros restringidos publicados en Taiwán. Leí relatos de las campañas de desobediencia civil en contra del gobierno autoritario de Taiwán durante las décadas de 1970 y 1980, y aprendí cómo puede ser exitoso un movimiento en favor de la democracia. Lo que más me impresionó fue el papel protagónico que desempeñaron las iglesias de Taiwán en este movimiento.
Pero todavía eras solo un observador secular.
Así es. En 1998, todavía como estudiante de posgrado, publiqué mi primer libro: Fire and Ice (Fuego y hielo), una colección de ensayos satíricos que criticaban a la sociedad china. Mirando hacia atrás, me sorprende que el libro haya pasado a pesar de la censura. Pero ese fue el año en que Bill Clinton visitó China, el primer presidente de los Estados Unidos en hacerlo desde la masacre en la Plaza de Tiananmen. Los líderes chinos querían que los medios occidentales retrataran a China como una sociedad libre. ¡Qué mejor manera de hacerlo que permitir la publicación de un libro crítico del régimen!
Aunque los motivos de las autoridades eran cínicos, mi libro se benefició y gané a uno de mis mejores amigos: un ejemplar le llegó a Liu Xiaobo en la prisión. Dos años después, fue liberado y comenzamos a conocernos. Me presentó a las Madres de Tiananmen, cuyos hijos e hijas habían muerto en la Plaza de Tiananmen. Como resultado, me involucré en el movimiento por los derechos humanos en China.
Nuestro deseo es superar la separación basada en la clase y el estatus social.
Ese año, en el 2000, me gradué de la escuela de posgrado, y Liu Min y yo nos casamos. Pasamos nuestro primer año juntos en la provincia sureste de Guangdong, editando un libro de texto en favor de la democracia para niños de escuela, queríamos una alternativa a los libros de texto de la propaganda gubernamental. Uno de nuestros colaboradores, un cristiano, sugirió incluir lecturas de la Biblia, ya que es un texto históricamente importante. Su propuesta fue controvertida, pero mi esposa y yo quedamos intrigados. Cuando regresamos a Beijing, ella comenzó a leer la Biblia en su recorrido en el metro cuando iba y venía del trabajo. Con el tiempo, lo que leyó la convenció, y se convirtió en cristiana.
Tardé dos años en seguirla. Una razón fue el alto estatus que la cultura tradicional china les confiere a los eruditos. A pesar de la hostilidad oficial del partido comunista hacia el confucianismo, la realidad es que los chinos todavía nacemos y somos criados dentro de una cosmovisión confuciana. Esto tiene sus aspectos positivos: somos educados para poner el bien de toda la nación —de hecho de todo el mundo— por encima de objetivos egoístas. Pero el confucianismo también enfatiza con fuerza el autocultivo: el esmero personal por convertirse en santo a través del propio esfuerzo moral. Pasar de esta manera de pensar a las enseñanzas del cristianismo sobre la depravación total de la naturaleza humana —por supuesto el calvinismo es particularmente fuerte en este sentido—, representaba para mí un cambio enorme.
Sin la iluminación del Espíritu Santo, creo que personas como yo nunca podrían ser humillados. Como intelectuales chinos, sentimos que necesitamos mantener nuestra dignidad e imagen. Antes de mi bautismo, recuerdo haberle dicho a mi esposa que nunca podría ser bautizado porque la ceremonia implicaba inclinarse ante el ministro.
El Arca de Beijing
Dada tu reticencia, ¿cómo fue que te bautizaste?
Estaba en una habitación pequeña con cerca de cien personas en una iglesia doméstica clandestina. El pastor pronunció mi nombre y el Espíritu vino. Vi mi depravación, mi pecaminosidad, y las lágrimas comenzaron a fluir.
Después comenzamos un grupo de estudio bíblico con tres parejas. Más y más personas llegaron, y rentamos un apartamento para nuestras reuniones. Pronto el Señor envió un pastor para dirigir la iglesia, que queríamos que estuviera abierta al público, no solo como una comunidad privada. No queríamos convertirnos en una megaiglesia; nuestra visión era seguir siendo una pequeña comunidad en la que pudiéramos conocernos y amarnos unos a otros. La llamamos el Arca de Beijing.
Muchas personas políticamente «conscientes» se unieron a nuestra iglesia: escritores disidentes, familiares de víctimas de la Plaza Tiananmen, y abogados que se oponían al régimen. Por lo general, personas con esos trasfondos tienen dificultad de encontrar una iglesia que los acepte, pues las iglesias temen a la policía secreta. Debido a que nosotros recibimos a esas personas, enfrentamos el acoso. Por ejemplo, en 2006, en el transcurso de dos meses nos vimos obligados a cambiar seis veces nuestro lugar de reuniones porque la policía presionó a los propietarios.
Pero nuestra iglesia no solo se congrega de intelectuales. También se unieron inmigrantes del campo, además de otros con trabajos vocacionales. Un hermano, que ahora está estudiando para el ministerio, anteriormente se había hecho rico mediante la piratería de traducciones de los libros de Harry Potter; después de convertirse su vida se transformó. Todos los miembros gozan de una comunión íntima y una relación entre ellos, nuestro deseo es superar la separación basada en la clase y el estatus social.
Por eso es que nunca voy a abandonar la iglesia comunidad en la que fui bautizado y me convertí en cristiano. Aunque he vivido en los Estados Unidos desde hace cinco años, todavía soy miembro de esa iglesia y mantengo el contacto con hermanos y hermanas.
Como contraste, la mayoría de los intelectuales chinos que se convierten y se bautizan no se unen a una iglesia local. Tienen temor de perder su independencia y de someterse a la vida comunitaria, en parte porque la forma de comunidad del comunismo ha provocado mucho temor y sufrimiento. Aun aquellos que participan en la iglesia a menudo evitan abrirse a la intimidad con hermanos y hermanas.
Ahora bien, no pretendo ser un mejor cristiano que ellos. Pero doy gracias a Dios por llamarme en una iglesia comunidad específica a la que mi esposa y yo podemos permanecer fieles. Mi iglesia me ayuda a vivir mi cristianismo en la vida real, no se trata de una teoría abstracta. Por ejemplo, después de que a mi esposa y a mí nos pusieron bajo arresto domiciliario, ninguno de mis amigos y colegas de la Universidad de Pekín me visitaron. Pero sí lo hicieron muchos miembros de nuestra iglesia. Nunca habían leído mis libros ni se involucraron con mis ideas (son gente trabajadora que tienen que laborar largas jornadas), pero como tenemos el mismo Señor llegaron a visitarnos. Ni siquiera podían entrar a nuestra casa; tuvieron que pararse afuera de la ventana, entonar cantos y dar saludos orales.
Política cristiana
¿Qué efecto tuvo tu conversión en tu activismo político?
Algunas personas se apartan del activismo después de que se convierten en cristianos, pero mi conversión me hizo aún más convencido y entusiasta para promover los derechos humanos. En mi entendimiento, los derechos humanos son un don de Dios, quien nos creó y nos dio vida, libertad y dignidad. Ningún gobierno nacional puede determinar estos derechos. El gobierno chino define los derechos humanos como un derecho a sobrevivir, dejando a los humanos con poca diferencia de los animales.
La libertad de religión está estrechamente relacionada con otros derechos humanos; forma parte de nuestra preocupación integral. No podemos aislar la libertad de religión, va más allá de solo ser libre para adorar a Dios en un edificio de la iglesia. La libertad de religión incluye la libertad de prensa y el derecho natural, dado por Dios, para que los padres eduquen a sus hijos de acuerdo con sus propias creencias.
¿Hay alguna forma en que tu fe cambió la manera en que te aproximas a la política?
Sí, transformó mi actitud de manera muy radical. Antes de mi conversión, me identificaba como un intelectual público, un estudioso que funcionaba como la conciencia de la sociedad. Creía que debido a que el comunismo era responsable de muchos males y desastres, mi responsabilidad era contribuir a su derrocamiento. Puse todos mis esfuerzos en exponer las mentiras del partido comunista y difundir sus escándalos.
Después de mi conversión, comprendí que también era un pecador. El problema no era solamente el partido comunista, todos contribuimos a los males de nuestro mundo. Ahora mi enfoque es pensar proféticamente sobre cómo podemos reconstruir la nación después del colapso del comunismo. Esta reconstrucción sucederá por medio de la transformación de los corazones humanos por el mensaje de Cristo.
Desde mi transformación de un intelectual humanista a un escritor cristiano, he ganado más enemigos. Los confucianos están contra mí porque me ven como hostil a la cultura tradicional china. Los nacionalistas están contra mí porque promuevo el reino universal de Dios.
Comunidad y resistencia
Ha escrito sobre el impacto de Dietrich Bonhoeffer en usted, en especial su libro Vida en comunidad. ¿Por qué este libro?
Vida en comunidad tiene una enorme importancia para los cristianos intelectuales chinos, porque muchos de ellos tratan el cristianismo en forma individualista, como un asunto privado, y nunca se unen a la vida de la iglesia. Cuando hablan de la fe cristiana, emplean mucha terminología filosófica que excluye a los que tienen menos educación. Un erudito respetado que tradujo muchos libros cristianos al chino se aisló de esta forma, y terminó convirtiéndose en un fascista. Por eso la vida en común con hermanos y hermanas es vital para nuestro discipulado cristiano. Bonhoeffer comprendió esto. Incluso en los momentos más difíciles hizo su mejor esfuerzo por compartir alguna clase de vida comunitaria con los demás.
Pero además Bonhoeffer nunca vio la vida en comunidad como una forma de retiro.
Por esa razón es uno de los teólogos más importantes para la iglesia china en la actualidad. Nuestra situación tiene ciertas analogías con la de los cristianos alemanes bajo el nacionalsocialismo, particularmente desde que Xi Jinping tomó el poder como presidente de China hace cuatro años. La iglesia en China en gran parte carece de los recursos espirituales necesarios para enfrentar lo que es un momento crítico para toda nuestra sociedad. Las iglesias antiguas tienden a ser fundamentalistas y a enfocarse solamente en los asuntos espirituales, tienen poca preocupación por lo que sucede en la esfera pública. Por otra parte, las nuevas iglesias emergentes en las ciudades carecen de una sólida conexión con las grandes tradiciones del cristianismo, incluyendo a los reformadores. Son influenciadas principalmente por la cultura de la iglesia popular estadounidense: un culto extremadamente carismático, el evangelio de la prosperidad, y el modelo de las megaiglesias basado en los números. En Beijing y Shanghai, existen incluso iglesias cuya membresía se restringe a los empresarios adinerados.
Si participas en una iglesia que está siendo perseguida, lo haces solamente por causa de la verdad
Al carecer de raíces, estas nuevas iglesias con demasiada frecuencia caen en una trampa peligrosa: se acomodan culturalmente en lugar de resistir. En este sentido, los veo repitiendo lo que hicieron los protestantes chinos, que optaron por colaborar con los comunistas durante la presidencia de Mao, al unirse a las iglesias controladas por el gobierno en el Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías[1]. Este organismo eclesiástico, que todavía existe, se originó como una manipulación política del partido comunista durante la guerra de Corea, que buscaba asimilar a los cristianos dentro del movimiento patriótico en favor del régimen. Al afiliarse, la iglesia entregaba su verdad particular y su voz independiente. Ahora estamos viendo algo similar con las nuevas iglesias del evangelio de la prosperidad, que hacen compromisos en materia de principios y conciencia a fin de mantener el visto bueno del régimen.
En tales circunstancias, el testimonio de Bonhoeffer es de extrema importancia, no solo sus ideas, sino más aún su ejemplo al dar su vida por su fe. Bonhoeffer participó personalmente en el movimiento contra Hitler. Su testimonio debería incitar nuestra reflexión sobre cómo vincular la fe cristiana con la resistencia.
Debido a la persecución
Tertuliano dijo: «La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia». ¿Es eso cierto de la iglesia en China?
Con base en nuestras experiencias en el Arca de Beijing, sí, absolutamente, porque la persecución ha depurado a la iglesia. Si tú participas en una iglesia que está siendo perseguida, lo haces solamente por causa de la verdad, no puedes tener otros motivos. A partir de la Biblia y la historia de la iglesia vemos que los verdaderos creyentes en todas las épocas padecieron persecución de alguna clase. Tenemos un proverbio asiático que dice: «Las causas de la preocupación estimulan la vida, pero el placer y la comodidad llevan a la muerte».
Debido a la persecución de nuestra iglesia comunidad, nuestro vínculo de hermandad es realmente fuerte. Tomemos, por ejemplo, al hermano en mi iglesia que recibió un disparo en la pierna en Tiananmen; debido a que está lisiado, tarda media hora más para llegar a la iglesia, a pesar de eso siempre es puntual. Las iglesias aquí en Estados Unidos disfrutan de más libertad, pero muchos llegan tarde al culto o juegan con sus teléfonos inteligentes durante el servicio. Y debido a los estilos de vida relativamente opulentos de los congregantes, muchos pastores son cuidadosos para no ofenderlos. Su principal preocupación no es el reino de Dios, sino retener a los miembros. En sus sermones, les escucho hablar sobre gracia, amor, paz y prosperidad, pero nunca una mención del pecado, la ley de Dios o la disciplina en la iglesia. Esto es lo que Bonhoeffer llamó «gracia barata».
En 2015, en la ciudad de Wenzhou, las autoridades quitaron a la fuerza cruces del exterior de los edificios de las iglesias. ¿Qué significado, si acaso, tiene esto para los cristianos en otras partes de China?
El objetivo es destruir todos los símbolos prominentes del cristianismo en la esfera pública. Lo que ha sucedido en Wenzhou es un anticipo de lo que podría ocurrir en todo China bajo la presidencia de Xi Jinping. Wenzhou es una ciudad grande en Zhejiang, una provincia fértil donde el cristianismo se ha desarrollado y extendido rápidamente, y donde Xi Jinping era el líder provincial. Esta política de persecución no es accidental, se está llevando a cabo con el conocimiento del presidente, quizá como una prueba piloto para una política que más tarde será implementada a nivel nacional. Si logran tener éxito en someter a las iglesias de Wenzhou, podrán con facilidad hacer lo mismo en otros lugares.
Lo que me sorprende es que están persiguiendo no solo a las iglesias domésticas clandestinas, sino también a las iglesias aprobadas por el gobierno que están registradas en la Iglesia de las Tres Autonomías. A principios de enero, Gu Yuese, el pastor principal de la iglesia más prominente de la Iglesia de las Tres Autonomías en Zhejiang y vicepresidente nacional de la denominación, fue arrestado después de un sermón en el que protestaba por la destrucción de las cruces. (Por supuesto, ese no fue el cargo oficial, fue acusado de malversación.)
Aunque el interés de los medios ha disminuido, la demolición de las cruces todavía continua en Zhejiang. Algunos cristianos han resistido usando la desobediencia civil, ¡debemos orar por ellos! Pero la mayoría de las iglesias capitularon.
¿Te causa sorpresa?
Desafortunadamente, no. Demasiadas iglesias en Wenzhou se establecieron con un enfoque en el modelo empresarial. Buscaban atraer a los empresarios adinerados, sin importar si estos vendían productos falsos o sobornaban a las autoridades. Esta actitud infectó a las mismas iglesias. ¿Por qué hubo un auge en la construcción de iglesias en Wenzhou? Porque las congregaciones que tenían dinero sobornaron a los oficiales locales e invirtieron millones de dólares en nuevos edificios. Quizá habría sido mejor gastar el dinero en la educación, publicaciones, o en otras maneras de edificar la comunidad cristiana.
De hecho, en realidad no veo la cruz sobre los edificios de la iglesia como algo tan importante en sí mismo. Aunque las autoridades quiten la cruz física y destruyan el edificio de la iglesia, la cruz de Cristo todavía sigue en nuestros corazones, nadie puede quitarla ni destruirla. Lo que está sucediendo debe servir como un sano recordatorio: ¿Por qué invertir millones de dólares en la construcción de grandes templos? ¿Por qué no usar el dinero para el discipulado, el entrenamiento teológico y las obras de caridad?
Usted ha escrito que para el año 2030, se proyecta que China tendrá la población cristiana más grande de cualquier país. ¿Cuál cree que será el futuro de la iglesia en China?
En primer lugar, los números no son lo más importante. A mis compañeros cristianos, les insisto una y otra vez: la vida cristiana no se limita al culto dominical. Nuestra fe debe impactar nuestra vida política y todos los aspectos de la vida personal y social. Desafortunadamente, muchos cristianos en China son todavía meros cristianos dominicales. Su fe está separada de su vida diaria.
Tomemos el ejemplo del nacionalismo. Cuando el gobierno realiza ceremonias nacionalistas presentando grandes despliegues de armamento militar, muchos cristianos acuden a tales eventos con entusiasmo. Si mencionas la independencia de Taiwán, responderán: «Si Taiwán trata de afirmar su independencia, debemos atacarlos». Están indoctrinados al igual que los no creyentes. De modo similar, muy pocos cristianos chinos Han sienten alguna simpatía por grupos étnicos que están siendo oprimidos, como los tibetanos y los uighures. Primero son chinos Han nacionalistas, y en segundo término son cristianos.
¿Comunismo cristiano?
¿Cómo propones enfrentar este problema? ¿Pueden las raíces espirituales de la iglesia en China ser un recurso para los cristianos chinos de hoy?
Definitivamente existe una sólida continuidad del cristianismo chino antes del comunismo. Los remanentes sobrevivieron en la clandestinidad, pero los escritos y el legado de Watchman Nee y otros siguen siendo una gran herencia y estímulo para nosotros en la actualidad. Tenemos que considerar dos grupos: los muchos misioneros extranjeros que dieron sus vidas en el campo misionero, y también los muchos pastores nativos y líderes eclesiales que realmente amaron al Señor y murieron por la verdad.
Aun si no pudieras encontrar gigantes espirituales como Martín Lutero o Bonhoeffer, por la gracia de Dios también tenemos nuestros santos, como Watchman Nee y Wang Mingdao. Liao Yiwu, escribió el libro God is Red (Dios es rojo), donde describe a otros, como Wang Zhiming, el pastor martirizado en 1973, que fue conmemorado con una estatua en la Abadía de Westminster. También los podemos encontrar entre los intelectuales públicos, como la hermana Lin Zhao, una graduada de la Universidad de Pekín, que calificó al gobierno del presidente Mao de culto idolátrico y posesión demoníaca. Como resultado, fue arrestada y ejecutada.
Necesitamos una vida juntos en pequeñas comunidades donde las personas se preocupen realmente unos por otros.
Creo que tenemos que ir más atrás, hasta el modelo de la iglesia primitiva. Necesitamos una vida juntos en pequeñas comunidades donde las personas realmente se conozcan y se preocupen unos por otros.
Ese es el modelo de la vida en común descrito en Hechos 2 y 4. Y por supuesto, el llamado de Bonhoeffer hacia la comunidad en Vida en comunidad se basa en la misma visión cristiana primitiva. ¿Qué comparación o contraste podrías hacer entre el comunismo político y la comunidad que experimentó la primera iglesia en Jerusalén?
Según mi entendimiento, Karl Marx robó algunas ideas de la Biblia y trató de llevar a cabo el ideal de la vida en comunidad a través de medios malos, y eso deformó el ideal. La máxima diferencia es que Karl Marx quiso construir un reino del cielo sobre la tierra con el poder humano, y estaba dispuesto a aceptar toda clase de medios, tales como la revolución o el asesinato en masa de aquellos que no estuvieran de acuerdo con sus ideas. En la Biblia Jesús dijo: «Mi reino no es de este mundo». Pero la iglesia es realmente en cierto modo un reflejo del reino de Dios en la tierra.
Mirando hacia el futuro ¿cuáles son las cosas que te dan esperanza?
Antes que nada, pienso que nuestro futuro, tanto en China como en Estados Unidos, está en manos de nuestro Dios. Así que ese es el consuelo de mi corazón. No significa que nos quedemos inactivos, tenemos un llamado. Tenemos una misión para participar en su plan y obedecer su voluntad.
A través de toda esta experiencia de vida y lucha, he adquirido una visión más clara sobre el plan de Dios para mí. Cuando la policía secreta llegó por mí, tuvieron que confesar: «Tu pluma es más peligrosa que un ejército». Así que no voy a despreciar mi llamado.
Este artículo está compuesto por entrevistas realizadas por Peter Mommsen, asistido por Leonard y Havilah King, el 11 de setiembre de 2016 y el 12 de enero de 2017. Traducción original del mandarín al inglés por Zhiyong Wang.
Traducción de Raúl Serradell
Las imágenes de este artículo son detalles de Wu Guanzhong, The Yangtze River in 1974, óleo sobre tela, 20 x 603 cm. Imagen del China Online Museum
Notas
- Fundado en 1954, el Comité Nacional del Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías es un organismo protestante aprobado por el Estado para la organización de todas las iglesias protestantes en China. Iniciado en 1951 por un miembro de la Iglesia Congregacional, este movimiento patriótico promovía una estrategia de «autogobierno, autofinanciamiento y autopropagación», a fin de eliminar todas las influencias extranjeras en las iglesias protestantes chinas y garantizar su lealtad al gobierno comunista en la recién establecida República Popular de China. (N. del T.)