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CajaEncontrando la Cruz
Una meditación para la pascua
por Johann Heinrich Arnold
lunes, 27 de marzo de 2017
No podemos experimentar a Jesús, sin experimentar la cruz. Su persona irradia el camino del sufrimiento. Mediante su sacrificio, su gran amor por todos los seres humanos inunda nuestros corazones y se convierte en una urgencia para salir a salvar a los que están en las garras de las tinieblas. Si amamos a Jesús, el deseo de sufrir por él brotará con naturalidad. No puedo imaginar cómo uno puede seguir a Jesús, sin una profunda comprensión de su camino de sufrimiento.
Constantemente necesitamos al Cristo crucificado dentro de nosotros. Para recibirlo debemos volvernos callados delante de Dios una y otra vez. Cristo quiere vivir en nuestros corazones, a fin de que seamos capaces de conquistar todas las cosas. Por medio de él, todo adquiere su verdadero significado. No hay otro fundamento para la verdadera paz del corazón que la unidad con él. Solo Cristo puede llevarnos a la confianza plena en Dios. En él encontramos el juicio más severo de la ira sobre toda la maldad, pero también la revelación de su gracia amorosa.
De crucial importancia es que la cruz de Jesucristo sea el centro de nuestros corazones: central en nuestro llamado y central en nuestra misión. El Cordero de Dios en la cruz permanece delante del trono de Dios. La cruz es el centro del universo. Debemos experimentar su significado en su altura, anchura y profundidad, como una revelación mística a través del Espíritu Santo. No basta creerlo; debemos pedirle a Dios que nos permita experimentarla de una manera viva.
La cruz es mucho más grande que lo personal, abarca toda la tierra y mucho más que esta tierra.
Cuando pienso en Jesús, veo su cruz arraigada a la tierra, elevándose a las alturas, con los brazos ampliamente abiertos para recibir a todos los que vienen a él. La cruz es el único lugar donde hay una victoria completa sobre la tentación, el pecado y el diablo. No hay otro lugar.
Dios quiere revelarnos la grandeza de la cruz. Todos conocemos sobre la cruz y su significado; todos creemos en ella; probablemente nos conmueve a todos; pero creo que Dios quiere que la cruz atraviese nuestros corazones, como si fuera una espada. No creo que ninguno de nosotros pueda imaginar lo que significa que Cristo haya experimentado el abandono de Dios, para que pudiéramos encontrar el perdón del pecado y la vida eterna en Dios.
El pensamiento de que Dios es todo amor puede aislarnos del poder de su toque. La gente sabe que Dios perdona el pecado, pero olvida que él también lo juzga. Hay algo en el pensamiento moderno que se rebela en contra de la expiación. Quizá nuestra idea de un Dios todo amor nos impide querer enfrentar el juicio. Pensamos que el amor y el perdón es todo lo que se necesita; pero eso no es todo el evangelio, convierte a Dios en demasiado humano.
Para experimentar los grandes pensamientos de Dios, tenemos que superar nuestras luchas personales. Experimentar la salvación personal a través de la cruz es importante, pero quedarse en esa etapa no sirve para nada. La cruz es mucho más grande que lo personal, abarca toda la tierra y mucho más que esta tierra.
Hay secretos que solo Dios conoce. La muerte de Cristo en la cruz es uno de esos misterios. La Biblia dice que a través de la cruz, no solamente esta tierra, sino también el cielo y todos los poderes y principados que pertenecen al mundo de los ángeles, serán reconciliados con Dios. El ser humano, y quizá incluso los ángeles, no puede conocer los misterios que están detrás de todo esto. Pero sabemos una cosa: Cristo venció la muerte, el enemigo final. Y a través de la cruz, algo ocurrió que tuvo un poder mucho más allá de los límites de nuestra tierra, mucho mayor de lo que nuestras almas pueden comprender.
Traducido del libro Discipleship (en inglés).
Domingo Portalatin Sanchez
Me parece interesante esta reflexion, puesto que nos permite seguir profundizando entorno a la cuaresma y vivir la experiencia de la cruz al igual que Jesus.