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    Cabo Polonio, Uruguay

    Quédense quietos, Dios está obrando

    por Johann Christoph Blumhardt

    lunes, 13 de abril de 2020
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    En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y la confianza está su fuerza, ¡pero ustedes no lo quieren reconocer!

    Isaías 30:15b

    El profeta Isaías habló en una época cuando el pueblo de Dios estaba en grave peligro ante enemigos invasores. Uno puede imaginar el tremendo disturbio, conmoción y confusión que hubo cuando fueron presa de enemigos asesinos, vengadores, sedientos de sangre y depredadores.

    En situaciones tan desesperadas, es natural que nos volvamos intranquilos hasta el punto de la locura y clamemos con miedo. Pero Isaías le dice al pueblo de Dios que se tranquilicen y se calmen, que tengan paciencia y esperanza. Aquellos que aprenden a confiar y a serenarse en medio de la aflicción encontrarán la salida y recibirán ayuda. Sus ojos estarán más abiertos, sus sentimientos más sobrios, y encontrarán una pequeña abertura por donde puedan librarse, que no hubieran podido ver mientras se alteraban con impaciencia y furia en su desesperación.

    Así es como actuamos en nuestra intranquilidad: nos damos de topes contra la pared y no vemos cómo nuestro agitado espíritu nos ciega ante lo que Dios está haciendo.

    En una ocasión vi avispas en un viñedo. Había pequeñas botellas blancas colgando de los tallos, estaban abiertas por arriba y cubiertas con azúcar o miel. Las avispas, atraídas por lo dulce, se perdieron y quedaron atrapadas en las botellas. ¿Por qué? Porque una vez adentro se volvieron tan frenéticas mientras seguían tratando de escapar por el vidrio. Podemos decir que perdieron la cabeza, pues olvidaron la abertura de arriba, donde fácilmente hubieran encontrado la salida. Pero ninguna pudo salir, todas perecieron dentro de cada botella. Entonces pensé, así es como actuamos en nuestra intranquilidad. Nos damos de topes contra la pared y no vemos cómo nuestro agitado espíritu nos ciega ante lo que Dios está haciendo, como consecuencia perdemos nuestro camino sin más culpables que nosotros mismos. Un corazón intranquilo y sin paz está en peligro de perderlo todo.

    Al volvernos tranquilos, dice el profeta, seremos fuertes. Un espíritu apacible se levanta y contempla a Dios, de quien viene la confianza y el valor. Entonces podemos atrevernos a pensar: «Aunque no pueda hacer esto o aquello, Dios sí puede». Somos capaces de visualizar de nuevo quién es Dios, cuál es su plan para la humanidad, y cómo quiere que todos los pueblos sean salvos por medio de Jesucristo. Tales pensamientos seguramente nos darán la fortaleza y el valor interior, y a través de su Espíritu, algo de su entendimiento y paz.

    ¡Oh, qué tiempos todavía nos esperan, cuando realmente necesitaremos las palabras del profeta! No perdamos más tiempo para volvernos de inmediato a Dios con esperanza. Él nos brinda su ayuda en muchas cosas, en todo, pero debemos volvernos apacibles para ver a Dios obrando.


    Del libro El Dios que sana

    Cabo Polonio, Uruguay
    Contribuido por JohannChristophBlumhardt Johann Christoph Blumhardt

    El Blumhardt mayor, Johann Christoph (1805-80), estudió para el ministerio reformado y, después de un breve plazo como ejecutivo de una sociedad misionera, se hizo pastor en Möttlingen, pueblo casi desconocido en el sur de Alemania. Él continuó su ministerio hasta su muerte en 1880.

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