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CajaDurante sus tres años de arzobispo de San Salvador, se volvió a conocer a Óscar Romero como defensor valiente de los pobres y sufridores. Su trabajo por parte de los oprimidos le ganó la admiración y el amor de los campesinos a quienes servía y, finalmente, la bala de un asesino. Este artículo se compone de lecturas extraídas de La Violencia del Amor.
El dinero es bueno,
pero los hombres egoístas lo han hecho malo y pecador.
El poder es bueno,
pero el abuso de los hombres ha hecho del poder algo temible.
Todo ha sido creado por Dios,
pero los hombres lo han sometido al pecado.
Y por eso la ascensión de Cristo anuncia
que la creación entera será también redimida en él,
porque él dará la explicación de todo cuanto Dios ha creado
y pondrá a los pies de Dios
al final de los tiempos, en el juicio final
(que en eso consistirá el juicio final),
el gran discernimiento entre el bien y el mal —
el mal para ser eliminado definitivamente
y el bien para ser asumido en la glorificación eterna de Cristo,
o sea, que la ascensión del Señor
marca también la glorificación del universo.
El universo se alegra,
el dinero se alegra,
el poder se alegra,
todas las cosas materiales,
las fincas, las haciendas, todo se alegra
porque vendrá el día en que el Juez Supremo
sabrá redimir del pecado,
de la esclavitud,
de la ignominia,
todo cuanto Dios ha creado
y el hombre lo está utilizando para el pecado,
para la ofensa de su propio hermano.
La redención está ya decretada
y Dios ha llevado en el poder suyo a Cristo nuestro Señor.
Es un testimonio de la justicia final
esta presencia de Cristo subido a los cielos.
Siempre será Pentecostés en la Iglesia,
pero mientras la Iglesia haga su rostro transparente
a la belleza del Espíritu Santo.
Cuando la Iglesia deja de apoyar su fuerza
en esa virtud de lo alto que Cristo le prometió
y que le dio en este día,
y la Iglesia quisiera apoyarse más bien
en las fuerzas frágiles del poder o de la riqueza
de esta tierra,
entonces la Iglesia deja de ser noticia.
La Iglesia será bella,
perennemente joven,
atrayente en todos los siglos,
mientras sea fiel al Espíritu que la inunda
y lo refleje a través de las comunidades,
a través de sus pastores,
a través de su misma vida.