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    Aquí están las buenas nuevas

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    lunes, 18 de febrero de 2019
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    Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y dolencia entre la gente. Su fama se extendió por toda Siria, y le llevaban todos los que padecían de diversas enfermedades, los que sufrían de dolores graves, los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y él los sanaba.

    Mateo 4:23-24

    Existen dos caras del evangelio de Jesucristo. Por un lado hay un mensaje de perdón de pecados, de vida eterna; pero, por el otro, también hay un mensaje de oposición al sufrimiento humano. No solamente se proclama el fin del pecado, sino también el fin del sufrimiento y la muerte. ¡Todo sufrimiento cesará! Así como el pecado se ha vencido por medio de la sangre de Cristo, así también el sufrimiento llegará a su fin en la resurrección. Cuando Jesús realizó señales y maravillas, estaba proclamando el evangelio contra el sufrimiento.

    Con este evangelio podemos estar seguros de que cesará la condición miserable de este mundo, así como tenemos la certeza de la vida eterna. No podemos separar los dos lados de Cristo. No debemos enfatizar parcialmente la cruz y el perdón, mientras pasamos por alto la resurrección y la superación de nuestro sufrimiento. Una artimaña de Satanás es probarnos y hacernos vacilar a fin de que el Salvador no reciba la atención plena y completa.

    Así como el pecado se ha vencido por medio de la sangre de Cristo, así también el sufrimiento llegará a su fin en la resurrección. 

    Ante el anhelo del mundo por la redención, es evidente que nunca podremos brindar un consuelo verdadero por medio del evangelio mientras hagamos énfasis solamente en una cosa —que el Salvador perdona nuestros pecados—, dejando que el mundo siga su propio curso. De igual manera, seremos incapaces de llevar un consuelo verdadero con el evangelio, si representamos al Salvador solamente como un obrador de milagros y proclamamos: «Sean consolados, ustedes pueden ser sanados por medio del Salvador». Entonces el arrepentimiento y el perdón serían olvidados por completo, y ningún cambio fundamental tendría lugar en las personas.

    Jesús permitió que los enfermos vinieran a él, al igual que lo hizo con los pecadores. Estaba dispuesto a perdonar pecados y dispuesto a sanar. Hubo ocasiones cuando llegaron muy pocos pecadores, solamente gente enferma. Y Jesús les dio a todos la bienvenida. ¡Oh, que las naciones escuchen las buenas nuevas! ¡Que vengan los enfermos y se acerquen los pecadores, todos son bienvenidos!


    Este artículo es un capítulo del libro El Dios que sana.

    beach with blue sky and pink flowers
    Contribuido por ChristophFriedrichBlumhardt2 Christoph Friedrich Blumhardt

    Christoph Friedrich Blumhardt (1842-1919), pastor y socialista religioso, nació en Möttlingen, Alemania. Su padre fue el pastor y ensayista Johann Christoph Blumhardt.

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