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    child survivors of Auschwitz in January 1945

    Cuando perdoné al Dr. Mengele

    ¿Querrían mis seres queridos fallecidos verme vivir con enojo y dolor?

    por Eva Mozes Kor

    miércoles, 19 de abril de 2023

    Otros idiomas: Deutsch, English

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    • Yolanda Burbano

      Faltó más explicación de los otros niños. Cómo se salvó. Ampliar las situación como logro salvarse de la cámara de gas y como sobrevivio.

    A los diez años de edad, Eva Mozes Kor y su hermana melliza, Miriam, fueron deportadas a Auschwitz. Allí, junto a otras parejas de mellizos, fueron sometidas a los experimentos médicos del Dr. Josef Mengele. Mucho tiempo después, Mozes Kor fundó CANDLES, un museo del holocausto, en Terre Haute, Indiana.

    El 27 de enero de 1945, cuatro días antes de cumplir once años, el ejército soviético liberó Auschwitz. Al regresar a mi pueblo natal en Rumania, supe que nadie de mi familia, salvo Miriam, había sobrevivido.

    Pasaron cuarenta años antes de que hablara con Miriam acerca de lo que vivimos en Auschwitz. Mi hermana falleció en 1993, como consecuencia de los efectos a largo plazo de los experimentos de Mengele. Ese mismo año, recibí una invitación para dar una conferencia a un grupo de médicos, en Boston, y los organizadores me preguntaron si podría conseguir que me acompañara un médico nazi. Pensé que era una solicitud alocada, pero luego recordé mi participación en un documental en el que también habían presentado al Dr. Hans Münch, un médico alemán que había conocido a Mengele en Auschwitz. Logré contactarlo en Alemania, y accedió a que le hiciera una entrevista grabada en video. De camino al encuentro con este médico nazi me sentí bastante atemorizada, pero cuando llegué a su casa, su trato fue muy respetuoso. Cuando le pregunté si había visto las cámaras de gas, me dijo que esa era su pesadilla recurrente de cada día. Me sorprendió escuchar que también los nazis tenían pesadillas y le pregunté si estaría dispuesto a ir a Auschwitz y firmar un documento junto a las ruinas de las cámaras de gas. Y aceptó.

    Eva Kor and child survivors of Auschwitz

    Eva Mozes Kor (derecha extrema) y otros sobrevivientes jóvenes de Auschwitz, enero de 1945. Cortesía del Belarussian State Archive of Documentary Film and Photography.

    En mi afán por encontrar algo significativo para darle al Dr. Münch, a modo de agradecimiento, recorrí tiendas, y también busqué en mi interior, durante meses. Así, surgió la idea de una carta de perdón. Sabía que sería un regalo significativo para el Dr. Münch, pero más importante aún, fue un regalo para mí misma. Me di cuenta de que no era una pobre víctima, desvalida y sin esperanza. Cuando le pedí a una amiga que revisara la ortografía de la carta, me desafió a perdonar también a Mengele. En un primer momento, me mantuve firme en mi negativa a hacer semejante cosa. Pero al cabo de un tiempo, me di cuenta de que ahora era yo quien tenía el poder; yo tenía el poder de perdonar y ejercerlo era un derecho que nadie me podría quitar.

    El 27 de enero de 1995, al cumplirse cincuenta años de la liberación de Auschwitz, me encontré frente a las ruinas de las cámaras de gas, acompañada de mis hijos y junto al Dr. Münch, sus hijos y un nieto. Él firmó un documento sobre cómo habían funcionado las cámaras de gas, mientras yo leía mi texto de perdón y lo firmaba. Al hacerlo, sentí que me libraba de una pesada carga de dolor. Ya no era presa del odio; me sentí libre por fin.

    El día que perdoné a los nazis, también perdoné, en mi interior, a mis padres a quienes había odiado toda mi vida por no haberme salvado de Auschwitz. Los hijos esperan que sus padres los protejan, pero los míos no pudieron hacerlo. Y luego, me perdoné a mí misma por haberlos odiado.

    Creo con cada fibra de mi ser que todo ser humano tiene derecho a vivir liberado del dolor del pasado. Pero el gran obstáculo que enfrenta la mayoría de la gente para perdonar es que la sociedad espera venganza. Siento que debemos honrar y recordar a nuestras víctimas, pero siempre me pregunto si mis seres queridos fallecidos querrían verme vivir en el enojo y el dolor hasta el final de mis días. Algunos sobrevivientes no quieren dejar atrás el dolor. Dicen que soy una traidora y me acusan de hablar en su nombre. Jamás lo hice. Perdonar es algo tan personal como la quimioterapia; lo hago por mí.


    Este artículo se publicó en inglés en noviembre de 2015. Traducción de Nora Redaelli.
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